Las tropas en Afganistán reciben orden de atrincherarse hasta las elecciones
Los 450 españoles del 'batallón electoral' están preparados para intervenir el día de los comicios en caso de incidentes graves
| COLPISA. MADRIDActualizado:El grueso del contingente militar español en Afganistán espera atrincherado en los cuarteles el paso de las elecciones presidenciales convocadas este jueves para evitar riesgos. La anunciada ofensiva de los talibanes para torpedear los comicios ha pospuesto las labores de mantenimiento de la paz y reconstrucción que lleva a cabo el Ejército y la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI) al oeste del país. Tan sólo el denominado batallón electoral, cuyo envío transitorio aprobó el Parlamento en junio, sale de las bases para acompañar a las fuerzas de seguridad afganas por si fuera necesario intervenir en tareas de orden público. El coche-bomba con el que los insurgentes atacaron el sábado el cuartel general de la OTAN en Kabul, con el resultado de siete muertos y 91 heridos, ha encendido todas las alarmas.
La ministra de Defensa, Carme Chacón, ya confesó el viernes, un día antes del importante atentado, que los acuartelamientos de Herat y Qala-i-Naw se encuentran en 'alerta máxima' para prevenir posibles ataques de la insurgencia ante la cita electoral del jueves. En concreto, se han extremado las medidas de seguridad tanto dentro como fuera de las bases y se han reducido las patrullas diarias que lleva a cabo el contingente desplegado de forma estable, compuesto por 780 efectivos. «Salir se sale, pero lo imprescindible», revelaron fuentes de la cúpula militar.
No es para menos. Los últimos incidentes en el cuartel de Herat, donde en una semana ha caído una docena de cohetes en dos ataques que no provocaron heridos ni daños materiales, es fiel reflejo de la inestabilidad en la zona.
Los insurgentes talibanes llamaron a los afganos a boicotear unos comicios considerados clave tanto para la OTAN, bajo cuyo paraguas actúa España, como para Estados Unidos. De ahí la necesidad de que las elecciones no acaben en un baño de sangre y sean «libres y creíbles», señaló Chacón durante su visita la Unidad Militar de Emergencia (UME). Prevenir la violencia y facilitar el proceso electoral será precisamente la misión los 450 soldados del 'batallón electoral' que llegaron a Afganistán a mediados de julio para quedarse tres meses. Están preparados para acompañar a la policía y el Ejército afgano en operaciones de mantenimiento del orden público, seguridad en los centros de votaciones, escolta de los interventores y observadores internacionales y apoyo a toda la organización de los comicios.
La unidad está capacitada para realizar despliegues de hasta tres días de duración fuera de la base, operaciones aeromóviles de seis horas de disponibilidad y, en caso de que se produzcan incidentes graves el mismo día de los comicios, «está preparada para intervenir», según señalaron fuentes militares. La función es similar a la que llevó a cabo el batallón desplegado en 2005 en Mazar-i- Sharif, al norte del país, durante las últimas elecciones presidenciales que supusieron la reelección del actual presidente Hamid Karzai.
El estado de alerta con el que se vive el proceso electoral afgano no se apaciguó ni con al anuncio de alto el fuego para la provincia de Bagdhis, donde se encuentran unos 250 soldados españoles en la base de Qala-i-Naw. Ni en el Ejército ni el Ministerio de Defensa se acaban de creer la tregua alcanzada por el Gobierno afgano y los rebeldes talibanes, comunicada personalmente por Karzai a Chacón durante la reciente visita de ésta al país, a finales de julio.
Dudoso alto el fuego
El comandante Fernández, encuadrado en el cuartel general de la fuerzas de la ISAF (dependientes de la OTAN) en Kabul, aseguró durante ese viaje que no hay que creerse «ni una palabra» de lo que dicen los talibanes, «ya que antes rompieron su palabra y es probable que ahora lo vuelvan a hacer». Incluso menciona un informe de mayo del Ejército afgano que colocaba como puntos calientes de la insurgencia los distritos de Bala Murghab y Makur, en Bagdhis, donde operarían medio millar de combatientes. «Es imposible que en dos meses aparquen las armas», alega.
Fuentes de la inteligencia militar que operan en esa provincia consideran que los motivos de este alto el fuego no hay que verlos en las preferencias de los insurgentes talibanes con el Gobierno, «sino que más bien se trata un asunto étnico». «Los talibanes son todos pastunes, como Karzai. Quieren que, ante todo, sea uno de ellos, de su etnia, el presidente del país», aseguran. Estas fuentes creen que el alto el fuego entra dentro de la estrategia electoral de Karzai. El hombre designado a dedo para gobernar este polvorín asiático en 2001, y que fue reelegido por sus conciudadanos en 2005, ya logró ese año con éxito contener la violencia con acuerdos con señores de la guerra y grupúsculos talibanes, lo que permitió que se celebrasen las elecciones sin grandes sobresaltos.
Cuatro años después la situación ha empeorado y el presidente no las tiene toda consigo. Desde el 20 de junio, cuando comenzó la campaña, ha intentado limpiar su imagen de cualquier contacto con occidente para relacionarse con países mejor vistos a ojos de los afganos, como Pakistán, China o Irán. En cambio, no ha podido llevar la ansiada tregua al resto del país, lo que simboliza el fortalecimiento en este periodo de la insurgencia.