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Y.E. Yang tras la victoria. /AP
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El coreano Yang destroza a Tiger Woods

El pequeño golfista asiático, de 37 años, que comenzó a jugar al golf a los 19 en una cancha de prácticas, parecía la víctima propiciatoria para una nueva victoria del americano

EFE |
MADRIDActualizado:

Asia está de fiesta. Y.E. Yang, un coreano que iba para halterófilo, abandonó su silenciosa presencia en el US PGA para derrotar sin paliativos y en un domingo heroico al mejor golfista del mundo, Tiger Woods, quien deberá esperar al año que viene para elevar su cifra de Grandes a quince.

Tiger había ganado sus 14 títulos de Grand Slam desde el liderato la última ronda. El estadounidense así arrancó el torneo en Hazeltine (Minnesota), desde el liderato. Pero nada es eterno. Yang destrozó esa estadística. Yang es un héroe. Venció con tres golpes de ventaja sobre la megaestrella. Vestido completamente de blanco, como salido de un obrador de panadería, Yang ganó su primer título de Grand Slam en el campo más largo en un major (Hazeltine) y el primero, también, para el golf asiático. El triunfo de Yang (hoy 70 golpes) escribe una nueva página en la historia del golf.

El ángel blanco coreano, con un gallo rojo serigrafiado en el hombro derecho, rompió el guión. El gallo rojo ganó a El Tigre. Tiger, en una pobre vuelta (74 golpes) y un deficiente manejo de los hierros, encarnó por primera vez la cruz de la decepción, después de liderar el torneo desde el inicio y con una ventaja para la ronda final de dos golpes.

Yang, un pequeño golfista coreano de 37 años que comenzó a jugar al golf a los 19 en una cancha de prácticas, parecía la víctima propiciatoria para una nueva gran victoria de Tiger. Pero Yang arrancó como un gigante curtido en batallas. Igualó con Woods en el hoyo 3, éste aún impreciso con los hierros, y al mejor del mundo ahí ya se le torció el gesto.

Duelo Tiger-Yang

De manera insólita, Tiger hizo su segundo bogey en el hoyo 8 y Yang lo aprovechó para, nuevamente, igualar. Un poco más adelante, el irlandés Harrington, otro de los contendientes, echó al agua sus opciones (dos bolas al lago) en el par tres del hoyo 8. Un quíntuple bogey arruinó su candidatura. El US PGA se ciñó, pues, al partido Tiger-Yang. En el debe del mejor del mundo aparecía un dato extraño: después de 13 hoyos su tarjeta presentaba un solo birdie (par 5 del hoyo 11), por dos bogeys.

Yang pasó a convertirse en una molesta piedra en el zapato de Tiger. Tanto que después de su eagle en el par 4 del hoyo 14, con un chip genial, el coreano se situó como líder en solitario con un golpe de ventaja. Los papeles quedaban, pues, invertidos. Tiger jugaba a remolque y la iniciativa pasó a manos de Yang. Todavía en el hoyo 18, con Yang un golpe arriba, Tiger disponía de una última oportunidad para equilibrar la contienda y forzar un desempate. Pero Yang pegó un segundo golpe magistral, que dejó la bola a dos metros del agujero que selló a lo campeón, con un nuevo birdie, para su importante, histórica y merecida victoria.

Yang, que había ganado este mismo año el Honda Classic, del circuito estadounidense, se doctoró con el título del US PGA en una histórica batalla frente al mejor golfista del mundo y uno de los mejores de todos los tiempos.