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Otra forma de ahorrarse las bolsas
Los supermercados de la provincia reconocen que el robo de carritos de la compra vacíos está a la orden del día. Sobre todo, durante el verano
| CÁDIZ Actualizado: GuardarCuesta trabajo creerlo, pero los supermercados de la provincia lo confirman. Durante todo el año, pero especialmente en época de verano y en aquellos establecimientos ubicados en las inmediaciones de zonas residenciales y el litoral, los carros de la compra desaparecen casi a diario.
Estos elementos indispensables para realizar el aprovisionamiento de alimentos, artículos de limpieza y cualquier otro elemento adquirido en un centro comercial o supermercado de tamaño medio de la provincia son al parecer muy demandados por empresas, particulares y amigos de lo ajeno en general.
«No hemos calculado cuántos carros nos habrán robado en los últimos años, pero son bastantes». Son palabras del encargado de seguridad de uno de estos grandes almacenes ubicados de Chiclana, Eroski. Su cercanía a zonas donde proliferan parcelas diseminadas y viviendas aisladas que utilizan sus propietarios como residencias estivales y de fin de semana los hace apetecibles.
«Mucha gente se lleva el carro para hacer más sencillo el transporte de los artículos que ha comprado. Así no paga ni las bolsas», explica María, cajera del autoservicio Lidl de este municipio costero, que recuerda un episodio en el que a última hora de la tarde una clienta introdujo su moneda en uno de estos carritos de la compra metálicos y procedió a llevárselos en lugar de entrar con él a la tienda sin reparo alguno.
En la mayoría de establecimientos es difícil obtener datos de la cuantía económica que puede suponerles en pérdidas a las empresas matrices de estos establecimientos estos hurtos menores, pero en algunos sí se contabiliza «el esfuerzo que supone tener que arreglar los que se estropean y encima reponer los que se llevan».
Utilidades variadas
De cualquier forma, y más allá del valor económico que puedan tener, lo cierto es que en muchas ocasiones es más el daño a la imagen de la marca que se hace que la merma que supone a las arcas de las empresas; «aunque suene a broma yo he visto carros en algunas empresas de maderas y fábricas que no tenían nada que ver con la alimentación», explica Antonio, reponedor en uno de los Mercadona de la provincia, que pese a todo reconoce que en su tienda «lo habitual es que la gente los use y los devuelva a su sitio».
Sin la monedita
A pesar de que es difícil pasar desapercibido por la calle con un carrito de la compra, lo cierto es que en algunos acontecimientos de masas (ferias o las barbacoas del Trofeo Carranza son un ejemplo), es posible ver flamantes unidades sirviendo para menesteres para los que no fueron diseñados.
Algo similar ocurre incluso en algunos lugares donde se practica el botellón cada fin de semana en la provincia, donde grupos de jóvenes deciden apropiarse de este artilugio de transporte de mercancías para trasladar los avíos (sobre todo bebida) que consumirán esa noche. Muchos de esos carros acaban abandonados y hechos pedazos para disgusto de los operarios de limpieza.
Y es que, como explica María Romero, encargada del autoservicio Día de Chiclana de la Alameda Solano, «los carros son muy útiles tanto para nosotros los reponedores como para la gente que viene a comprar».
Esta joven reconoce que alguna amiga suya «ha tenido la tentación de llevarse alguna vez un carro de un supermercado», pero que su sentimiento de culpa fue más fuerte que el deseo de lo ajeno.
En la provincia existen 25 centros comerciales propiamente dichos, que suman en total 431.717 metros cuadrados de superficie de venta al público. A ellos hay que sumar cientos de supermercados de diferentes marcas especializadas en alimentación que se ubican en las ciudades, con miles de carros esperando a ser utilizados por los clientes cada día, o lo que es lo mismo, un auténtico paraíso para los ladrones de los carritos, vaya.