Sociedad

Pero volviendo a Clooney...

El actor navega con su nueva novia, Elisabetta Canalis, 18 años más joven, por el lago Como mientras aquí la gente calcula a cómo sale llenar el tanque del 'Fortuna'

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Estaba a punto de aclarar (una vez más) que a mí George Clooney no me dice gran cosa como hombre. Que igual que le ocurría a Rocío Jurado, hace tiempo que no siento nada... al contemplarlo (ni frío ni calor: cero grados). Estaba incluso a punto de confesar que hasta percibo en él una de esas bocas que cuando llueve se llenan de agua (o a la que quitaron tarde el chupete). Pero de pronto he oído una voz. La voz del lector, o más bien, de la lectora en potencia. A esta lectora en potencia me la imagino en bañador, en biquini, en topless... Contorsionándose perezosamente en la hamaca para lograr tomar el sol al tiempo que hojea el periódico, y con verdadera ansiedad por tener noticias del hombre de su vida. Es decir, George Clooney. Y la he oído gritarme con una mueca temible, como las que pone la Esteban cuando se sube a la parra, y más concretamente al campanario: «Deja ya de contarnos que no te gusta George Clooney, que no te lo crees ni tú, y vete al grano...»

Yo habría seguido insistiendo en que es cierto, que no entiendo esa devoción colectiva (el fervor por Clooney tiene más poder globalizador que la afición al consumo o la actual crisis económica), y hasta le habría explicado a la lectora en potencia que estoy deseando entrevistar a George, aunque sólo sea para demostrar al mundo (y a mí misma) que se puede ser mujer heterosexual y no temblar en su presencia. A Clooney me gustaría hacerle una entrevista absolutamente fría, desapasionada, objetiva. Hasta un pelín desdeñosa. Tal vez para vengarme de la que le hice a Jeremy Irons, cuya hipnotizadora voz me provocó un trastorno de atolondramiento transitorio, como luego comprobé (con gran sonrojo) al oír la grabación.

Vale, vale... Ya me callo, que la gente este verano no está para tonterías. La gente quiere las cosas muy claras. Acceder, por ejemplo, a un par de verdades esenciales: con quién está saliendo George Clooney y cuánto cuesta llenar el tanque del Fortuna. Sobre esto último, por cierto, circulan versiones de lo más variopintas, una horquilla que va de los 10.000 a los 26.000 euros (casi el triple). Supongo que semejante desfase se debe a las oscilaciones del barril de Brent, y a cómo se cotizaba el crudo en el momento de realizar la estimación. Sugiero que, para salir de dudas, el año que viene envíen a navegar en el yate real a Íñigo Domínguez, consumado crucerista, además de gran reportero y hombre, por cierto, bastante más atractivo (cuando se afeita) que George Clooney.

Pero volviendo a George... En efecto, parece que tiene nueva novia. Entre bostezos les cuento que la elegida es joven, 18 años menor que él (toda una mayoría de edad les separa), y que, pese a lo que suele ser habitual, no es camarera, sino presentadora de televisión. Ya llevan saliendo un mes, ¿no es fantástico? (Les doy dos). Ella se llama Elisabetta Canalis, un apellido que me recuerda a los famosos cannoli con los que envenenan a don Altobello en El Padrino III; espero que Elisabetta (nombre de la señora de Drácula y, por cierto, de la de Briatore) no sea lo que se dice un regalo envenenado (aunque según un amigo mío, muy machista, todas las mujeres lo somos). Por supuesto, es italiana. Ella y su George navegan juntos a estas horas por el lago Como (como lo oyen), que es donde Clooney tiene una preciosa mansión, y donde el actor ejerce a sus anchas de hombre de Martini... ¡El auténtico papel de su vida!