Ramón Bellver 'El Blanco' en un concurso de recortadores. / EFE
RAMÓN BELLVER 'EL BLANCO' RECORTADOR

«Cada vez me cuesta controlar más el miedo»

Le llaman 'El Blanco' y es una leyenda del recorte de toros. Esta noche actúa en la plaza de toros El Puerto

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Esta mañana, Ramón Bellver (1980) dejará su trabajo como técnico de aire acondicionado y se montará en un avión camino de El Puerto para pasarse los pitones de un toro de 500 kilos por la camiseta con la única ayuda de sus piernas, su técnica y un valor seco. Entonces será El Blanco de Masamagrell, una de las leyendas del recorte en España en los últimos años.

-¿Cómo empezó a recortar?

-Por las calles de Valencia con 14 años. Cuando era niño estaba siempre viendo las vacas y los toros desde la ventana, y así empecé en concursos hasta que recorté un toro.

-¿Cómo podría explicar la sensación de pasarse un toro a esa distancia?

-La primera vez que recorté un toro... Fue muy distinto que con las vacas o los novillos: la técnica es la misma; las sensaciones, no. Cuando sientes su poder de cerca es como una bajada en una montaña rusa multiplicada por diez.

-Eso engancha, parece.

-Desde luego. Buscas un recorte perfecto y en ese juego hay miedo, valor, satisfacción, tristeza... Por eso engancha. Levantar a 15.000 personas del asiento con un recorte no tiene precio.

-¿Se puede vivir de esto?

-Si haces muchos concursos, sí, pero aquí no hay seguridad social. ¿Y cuando tengas 40? Es muy inseguro. Yo trabajo con aires acondicionados, lo otro es un hobby.

-¿En qué debe fijarse alguien que no ha visto nunca el espectáculo de los recortadores?

-En la pureza. En el dominio del toro, en la manera de salir de las suertes. En que si te engancha la camiseta sea porque te aprietas con el toro tú y quieres eso, no porque lo quiera el toro.

-¿Tiene familia?

-Sí, estoy casado.

-¿Qué opina su mujer de esto?

-Que venía en el pack y que no tiene más remedio que asimilarlo. Es mi vida, pese a haber tenido varias cornadas. Si no lo hiciera, no sería como soy.

-En 2006 tuvo una cogida gravísima.

-De las más graves. Jugábamos en casa. Fue en Valencia. Quería cambiarle los terrenos al toro porque se colaba por un pitón, pero al final la gente me recibió con un apaudo y decidía arriesgar. Me pegó una cornada y cuando me tiró al suelo me dio otra en el cuello que me partió la yugular. Perdí mucha sangre. Menos mal que estaba en Valencia.

-¿Cómo evoluciona la cabeza con los años frente al toro?

-Tienes más experiencia, ves más cosas y las palpas en tus carnes. Cada vez me cuesta más controlar el miedo. Antes tenía más confianza en mí mismo, más inconsciencia, no lo sé. Pero es así. ¿Hasta cuando? Una cabeza mal amueblada no sabe del peligro al que se expone. Yo tengo cabeza y muy fría. Sé que en cualquier momento te expones a una cornada grave, a perder la vida. Apartir de los 35 comienzas a perder la forma física.

-¿Se cortará pronto la coleta?

-De la competición me quitaré pronto. Ahora solamente hago seis o siete espectáculos, antes 60 al año. Lo hago para matar el gusanillo. Un día me levantaré y diré se acabó. Pero seguiré saliendo en las calles. Sin recortar no soy feliz.

apaolaza@lavozdigital.es