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Cautivo de su palabras

Una víctima del seísmo de L'Aquila reclama a Berlusconi que cumpla lo prometido y le aloje en uno de sus palacetes

IVIA UGALDE
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Si Berlusconi pensó que sus palabras se las llevaría el viento, se equivocaba. Ahora le toca afrontar las promesas que hizo al ofrecer sus casas a los afectados por el terremoto que devastó L'Aquila el pasado 6 de abril. Ayer, uno de los evacuados no se olvidó de lo dicho por el primer ministro y pidió ser alojado en alguna de las residencias del magnate.

Se trata de Antonio Bernardini, quien matizó que su solicitud no busca ser una provocación para Il Cavaliere, sino que es una legítima reclamación tras la oferta que hizo en su momento el mandatario a los vecinos que perdieron sus casas por el seísmo. La exigencia fue hecha pública en la edición digital del diario Il Corriere della Sera. Bernardini mostró su preferencia por Villa Certosa, la mansión del primer ministro en la isla de Cerdeña. También declaró su interés por el Palacio Grazzioli, un palacete situado en el centro de Roma. Dos magníficas residencias nada despreciables. Son las favoritas de Berlusconi y se conocen especialmente por haber albergado las conocidas juergas sexuales de Il Cavaliere.

El primer ministro hizo gala de generosidad el pasado abril al anunciar en una de sus visitas a las zonas azotadas su interés por alojar a dos familias en Villa Certosa y a otra en uno de los pisos que posee en la capital lombarda. «Dos familias irán a Cerdeña. En mi finca también hay apartamentos. Estamos decidiendo qué personas elegiremos, de acuerdo con Guido Bertolaso -jefe de Protección Civil de Italia-. Y al menos otra irá a Milano 2 ó Milano 3», aseguró el magnate. Pero su solidaridad fue a más y, aún no satisfecho con su oferta, añadió que estudiaba «qué otros inmuebles podía ofrecer a los evacuados». Ahora le toca llevar a la práctica la teoría.

Sin embargo, las muestras de solidaridad del primer ministro no han servido para disipar la mortificación de la iglesia católica por Berlusconi. Le acusan de «arrogante falta de sobriedad» debido a los escándalos relacionados con su vida privada que le han sucedido durante los últimos meses. Ayer mismo, el periódico Avvenire, vinculado a la iglesia, expresó su malestar por la conducta de Il Cavaliere con cartas de sacerdotes.