Errores de estrategia
Actualizado: GuardarLos líderes sindicales se han convertido en meteorólogos: profetizan un otoño caliente, pero el augurio tiene mucho de amenaza. ¿Qué queríamos que hicieran?, ¿dar saltos de alegría, con el calor que hace, al oír la propuesta del señor Díaz Ferrán de rebajar los salarios? Se suele decir que el verano es una tregua.
No es cierto. «En la canícula ardiente está la cólera a punto», dice Cervantes. En verano pasan muchas cosas, pero la peor que puede pasar es que cuando la mitad de la gente está fuera de casa, los políticos la saquen también de sus casillas.
Los agravios han sustituido a la oratoria, que ya era un arte en decadencia. Nuestros parlamentarios suelen parlamentar por escrito y la mayoría tienen eso que pudiéramos llamar fatalidad de palabra.
Se acabaron aquellos señores impetuosos que eran capaces de levantar un índice tribunicio y decir «os juro», antes de tener una idea aproximada de lo que iban a jurar. Ahora no se lleva la elocuencia, sino el dicterio. Tanto Rubalcaba como Rajoy siguen erre que erre y por si faltara algo a la ferretería fonética, quieren implicar a Rita, la amplia y eficaz alcaldesa de Valencia.
Creo que es un error de estrategia. Tanto al PSOE como al PP les iba mucho mejor cuando se dedicaban a prometer, en vez de a ponerse como un trapo. Las promesas duran más y tienen la ventaja de que no empobrecen a quienes las hacen. En todo caso, al que se las cree.
Unos hablan de «inquisición» y otros de «infamia». Quizá llevan razón los dos. Los sufridos españolitos que presencian, con no demasiado interés, las trifulcas, piensan que hay mucho juego sucio y lo único que sacan en limpio es que aquí hay muchos talibanes de paisano.