Elogio de la oscuridad
Más de mil personas abarrotaron el Castillo de Santa Catalina en el arranque de 'De Sol a Sol', el programa que llenó la noche de Cádiz de actos culturales hasta el amanecer
| CÁDIZ Actualizado: GuardarEran muchos, bastantes más de mil. Turistas extranjeros, esnortaos, amas de casa, abuelas con niño, gafapastas, periodistas, asiduos de la noche y veinteañeras fashion victim. Sin duda, la tropa más loca y heterogénea que haya juntado una fiesta en la noche de Cádiz. Mil ciudadanos aguardaban expectantes en el Castillo de Santa Catalina por comenzar la noche insomne de la cultura gaditana, el programa De Sol a Sol que propuso el Ayuntamiento para ayer y que había preparado una batería de actos hasta esta mañana.
«No tengo ni idea del programa ese, pero esto es maravilloso», decía el padre de Anne, alemana de 20 años que estudia español en la ciudad y que se sacaba una foto apoyada en el muro del Castillo, con el Atlántico a las espaldas. Serían las nueve y sonaba la música del DJ Culturambient. Más de dos mil ojos y mil cámaras -sin contar las de los móviles- miraban en dirección a Florida, dando testimonio de la increíble capacidad del ser humano para hacer algo extraordinario de un suceso de lo más común. De hecho, el Sol se pone por el Poniente de lo que es hoy Cádiz desde hace aproximadamente 4.000 millones de años, los que tiene el Sistema Solar. Y, sin embargo, la escena era un regalo. Dj Culturambient pinchaba Please, leave me now cuando sobre un infinito charco de mercurio solamente roto por el chapoteo de un par de piragüistas se acostaba la gran pelota naranja, cálida y achatada, al contraste de las cabezas, las cámaras y la garita del Castillo. Hubo algún siseo y la gente rompió a aplaudir.
Allí, entre la muchedumbre estaba Cristina, estudiante de Ingeniería, que se había encontrado con la propuesta recién llegada de vacaciones y que prometía seguir el reguero de actos «hasta el amanecer. Pero que no se entere mi jefe». Las llamaradas naranjas se resistían a abandonar el cielo cuando, sobre un escenario, arrancaban los primeros movimientos del espectáculo de Carlos Chamorro y Pepa Sanz, los bailarines de Malucos danza, que habían preparado un remix narrativo de algunos de sus montajes. «Queremos transmitir la despedida del día, el conflicto del ocaso, de las cosas que se acaban y se separan aunque se resisten a hacerlo», decía Carlos Chamorro, después de una performance de cara al mar y un juego de despedidas amargas con promesa de regreso de la mano de su compañera, en las que hubo sombras de pájaros y maletas como metáfora de un viaje.
Julia Iniesta, «madileña de Cádiz» de 74 años no perdía detalle a la vera de su marido. «Nos parece una idea estupenda esto de que se pase la noche viendo cosas culturales y haciendo algo distinto, aunque nuestra edad nos permite sólo asistir al comienzo». Luego, se irían a dormir y, acaso, retomarían los actos previstos al amanecer. «Total, nos levantamos muy pronto siempre». La afluencia de público no dejaba duda del éxito de convocatoria pese a que Rosario, ama de casa, se enterase esa misma mañana y echase de menos «más difusión con más tiempo a este tipo de iniciativas».
La organización estaba más que satisfecha. Fuentes de DsdCero, la empresa programadora que trabaja para la Delegación Municipal de Cultura asumían estar «algo desbordados, para bien». En ese momento, en la puerta esperaba un centenar de personas el relevo para poder sumarse a la fiesta que amenizaba Habanalup con sus sones cubanos en el patio del Castillo. La luz eléctrica del faro de Santa Catalina imponiéndose sobre los rescoldos remolones del atardecer era el testigo de que la noche más larga de Cádiz -con permiso del Carnaval y del Jueves Santo- arrancaba como un elogio de la oscuridad. En el Árbol del Mora esperaban la danza sobre telas de Gema García y los monólogos de Pedro Bachura sobre Pericón. Y la comparsa en la Alameda, las videoproyecciones, la candelá flamenca en la Caleta, la música andalusí, el té con pastas, la danza, las barras y las exposiciones como un desafío a la rutina, un elogio a la oscuridad. Al cierre de esta edición nadie aventuraba el número de valientes que aguantarían hasta la sesión de flamencoterapia a las 07:20 en la Alameda y al chocolate con churros.
El Festival Cádiz Latino y las Barbacoas arebatan el fin de semana al evento
El barullo del comienzo de De Sol a Sol en el Castillo de San ta Catalina no aseguraba la masa de gente por la mañana, la hora en que amenaza el inmisericorde despertador de los que no están de vacaciones.
Paula se tenía que ir a dormir «pronto». «¿Porqué no se ha hecho en fin de semana?», se preguntaba la joven que temía perderse una noche mágica. «Es una verdadera pena», decía Ángeles, funcionaria de la Junta de Andalucía, que solamente tenía programado comparacer en un acto. Enrique Linera, de DsdCero, tenía la respuesta la cuestión: «No se ha hecho en viernes ni sábado porque coincidía con muchos actos de fin de semana como el Festival Cádiz Latino o las Barbacoas del Carranza», aseguraba el gestor cultural.