Jóvenes músicos

Agosto transcurre en Cádiz sin que haya poco o nada que nos haga advertir que estamos más cerca de un Bicentenario como el del 12. Para la cultura, el de 2009 es un verano más.

Los merríos de janeiro, las puestas de soles, los grupos folkóricos y la casa por la ventana con el fin de fiesta de triunfitos y bisbales... Todo ello a pesar de las constantes muestras de aceptación y gratitud que da el público gaditano para todo, aunque, al final, sea más de lo mismo.

Todo ello en una ciudad en la que las entradas para lo que sea siempre se agotan.

Y aquello de que «aquí solo interesa el carnaval» se pone en evidencia cada invierno con la respuesta de los gaditanos a la programación cultural del Gran Teatro Falla. Por poco nutrida, variada y espléndida que esta sea.

El problema parece una pandemia si se obvia la gestión cultural de este municipio y se mira más allá de Cortadura. Debe ser mucho pedir que en esta provincia se apueste por el arte y y la cultura. Y es de agradecer que un músico como Matthew Coman se haga cargo por unos días de la tutela de una Joven Orquesta de Cádiz. Treinta y dos chicos y chicas de entre 13 y 20 años que demostraron en el patio del Palacio Provincial que de aquí pueden esperarse algo más que kikos, sharas, andis y lucas.

Ojalá sus cuerdas sigan sonando muchos años molto vivace para orgullo y deleite de sus paisanos. Sea con la ayuda de las instituciones públicas o con el reconocimiento y el espaldarazo de maestros extranjeros.