Carlos Agüero
Actualizado: GuardarA una gran mayoría de gaditanos este nombre no les dirá nada, pero a los que ya hemos pasado con creces la barrera de lo sesenta, sí que lo recordamos. Fue un periodista cubano que se encerró en una urna de cristal depositada en una pequeña caseta en el Paseo de Canaleja, donde reivindicaba la libertad de Cuba. Esto ocurría en el mes de agosto de 1963. Una vez colocado dentro de la urna, este periodista fue encerrado en ella y custodiado con varios candados, cuyas llaves fueron depositadas en varios lugares diferentes.
La expectación que despertó aquel evento fue enorme. Una gran cantidad de personas lo visitaban durante todo el día e incluso por las noches, teniendo en cuenta la época veraniega en la que estábamos. Pero lo que no sabía este periodista antillano era la cantidad de cachondos que hay en esta tierra por metro cuadrado. Y ya empezaron a especular con que le traían comida a las horas menos visitadas y de esa forma no guardaba la huelga de hambre. Hubo hasta quien dijo que una mancha que había en la sábana de la urna era de un plato de menudo que le trajeron de la cercana Bella Sierena.
Los más asiduos visitantes eran los taxistas por lo cercano de la parada, pero el que se hizo verdaderamente su acompañante fue un personaje muy popular y querido en Cádiz y que tenía el sobrenombre en diminutivo de la patria del huelguista. Y ya teníamos cubano y cubanito. Este personaje, que se dedicaba a la venta de los más variopintos artículos, era de vida nocturna ya que su mayor negocio era la venta de preservativos, artículo éste que tenía por aquellos tiempos escasos puntos de venta.
Allí estuvo Carlos durante un mes, entrando con 60 kilos y dicen que salió con 55. El día que salió lo hizo con una bandera de su país gritando ¡Viva Cuba Libre! La de coplas que le sacaron por carnavales.