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Michael Scott Speicher / REUTERS
MUNDO

El misterio del teniente Speicher

Hallan tras 18 años de búsqueda los restos del primer militar estadounidense caído en la Guerra del Golfo Pérsico

IVIA UGALDE
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El misterio surgido tras la desaparición del primer soldado estadounidense fallecido durante la Guerra del Golfo ha llegado a su fin tras casi dos décadas de incertidumbre. Después de una incesante búsqueda se han hallado los restos mortales de Michael Scott Speicher y con ello termina el sufrimiento y la desesperación de su familia por encontrarle. La casi imposible misión de dar con el rastro del entonces teniente comandante dio lugar al nacimiento de un mito en torno a la enigmática historia de quien, desde entonces, se convirtió en un símbolo inequívoco para los norteamericanos.

Speicher, un oficial de la Marina, decidió desde pequeño ser piloto al igual que su padre, quien combatió a los mandos de un caza durante la Segunda Guerra Mundial. Cuando era tan sólo un adolescente se incorporó a la Patrulla Aérea Civil y, desde entonces, pilotar aviones militares se convirtió en su mayor sueño. Antes de lograr su gran objetivo, sin embargo, se graduaba como Licenciado en Contabilidad y Gestión Empresarial.

El teniente comandante fue visto con vida por última vez en la noche del 16 de enero de 1991. Ese día comenzaba la campaña aérea de la Operación Tormenta del Desierto, que enfrentó a Washington con Bagdad por la ocupación de Kuwait. El oficial, que pilotaba un caza F/A-18 Hornet, tenía la misión de realizar un vuelo de reconocimiento sobre los territorios fronterizos del oeste de Irak. Pero nunca regresó. Su aeronave dejó de emitir señales y desapareció sin dejar rastro. Tenía 33 años, estaba casado y era padre de dos hijos.

El caso de Speicher adquirió especial relevancia por las extrañas circunstancias de su desaparición. El entonces secretario de Defensa, Dick Cheney, informó en un principio de que el oficial había perdido la vida al haber sido alcanzado por un misil procedente de un avión iraquí. Sin embargo, al día siguiente el Pentágono cambió su estatus a «perdido en acción» y posteriormente a «desaparecido-capturado».

En diciembre de 1993, la búsqueda se reactivó decididamente. Un oficial de Qatar encontró el avión de Speicher en el desierto, casi intacto, pero no había señales del piloto. Dos años más tarde, el Comité Internacional de la Cruz Roja y miembros de la Armada acudieron a Irak para excavar en la zona del accidente. Allí un grupo de beduinos dieron a los investigadores un uniforme de piloto que parecía ser el del desaparecido. Era el único indicio encontrado en una búsqueda infructuosa que sugería que el teniente comandante había salido despedido del caza poco antes de estrellarse.

A partir de ahí, la búsqueda quedó en punto muerto, pero el paradero de Speicher no dejó de generar variadas hipótesis. De hecho, en los años posteriores Bill Clinton e incluso George W. Bush llegaron a sugerir que el piloto podría seguir vivo. Tuvo especial fuerza la teoría de que había sido capturado por el enemigo y se encontraba en prisión. Pero el oficial no retornó jamás.

La invasión estadounidense de Irak en 2003 dio un nuevo impulso a los intentos para resolver el enigma, al dar la oportunidad de rastrear a fondo el lugar y buscar testigos. Las pistas recopiladas durante este tiempo posibilitaron que el mes pasado un grupo de marines encontrara finalmente los huesos y parte de la dentadura del oficial. Unos beduinos les indicaron el lugar en el que le habían dado sepultura después de que el piloto muriera tras precipitarse su avión. El Instituto Médico de las Fuerzas Armadas confirmaba a los pocos días que los restos pertenecían a Speicher.

La noticia devolvió el consuelo a la familia del piloto tras 18 años de espera. Su esposa e hijos no pudieron reprimir la emoción al recordarle como «un valiente y maravilloso padre, esposo, y oficial de la Marina». EE UU, un país en el que las búsqueda de militares desaparecidos es una obligación insoslayable, cerraba el misterio de su primer héroe de la Guerra del Golfo.