Una calle con un gran tabanco
De esta calle jerezana, denominada San Pablo, ya existen desde el siglo XV algunas referencias documentales dentro de los archivos municipales
Actualizado:Jesús Muñoz abre por la última página la revista que trae bajo el brazo. Y así va pasando las páginas hasta llegar a la foto. No es que le guste comenzar a leer por el final, como suele suceder con muchos lectores de periódicos. Lo que ocurre es que es una revista japonesa, y en este país se lee al revés. No haciendo el pino, sino comenzando por la última página que es donde está la portada. De pronto enseña con orgullo la foto. «Aquí lo tenéis, famoso en el mundo entero». Se trata del viejo Tabanco de San Pablo.
Hace unos meses entraron en el conocido establecimiento unos japoneses despistados y sus nikons comenzaron a disparar como si fuesen las pistolas del mismísimo Clint Eastwood en Sin Perdón. El resultado estaba allí. Todos vivos en una foto de mostrador. Nada menos que en publicación nipona.
El tabanco San Pablo es mucho tabanco. Ha llegado a darle identidad a toda una calle. «Si alguien no conoce la calle sólo tienes que decirle eso donde está la tasca San Pablo y asunto resuelto», asegura Jesús. Y no le falta razón. El tabanco ha sido refugio para varias generaciones de jerezanos. La Tasca San Pablo está al servicio de todos. A los que les guste el día, el aperitivo y la copa. A los más jóvenes o noctámbulos, la noche con sus copas. «Hemos tenido que evolucionar con los tiempos. Qué más nos gustaría que servir lo que siempre se ha servido en un tabanco: vino puro y duro. Pero las cosas cambian y ahora la gente por la noche toma güisqui o ron. Ginebra menos. Cerveza mucha. Y un buen oloroso es ya casi una rareza», argumenta nuestro hombre. Serán nada menos que 75 años los que cumpla el tabanco abierto. Lo abrió el ‘Tio Manué’, en el año 1934. Después pasó a su sobrino, ‘El Nene’. Y desde hace 19 años lo lleva el hijo del ‘Nene’ que no es otro que Jesús Muñoz Nieves. «Queremos hacer un ciclo musical o algo así en octubre. Un poco de flamenco, pero también algo de los 60 a los 80. Y si podemos, dedicar también una noche a los monólogos», comenta Jesús.
El tabanco de La Tasca San Pablo, un clásico con las avellanas más ricas de Jerez. Un lugar que da cuerpo a toda una calle. La de San Pablo.
Historia
Según parece, en algún lugar de la calle hubo la figura del Santo Apóstol. Pero esto ya debió de ocurrir en el siglo XV nada menos, pues en este siglo ya existen datos de la calle. Quizá una pequeña hornacina como consecuencia de la devoción de algún antiguo vecino. Más menos, esta es la historia de la calle San Pablo, una de las primeras en hacerse tras el desarrollo de la ciudad extramuros.
Era la calle donde estaba El Ventilador. Estaba en el número 20, donde también pasó toda una generación, la de La Movida de los años finales de los 80. Era un local que obtuvo el aprobado de casi la unanimidad de los jerezanos más jóvenes que sabían que a cualquier hora de la noche, en El Ventilador, había música, baile y copas.
Pero se cerró en su día, no sin ser celebrado por los apacibles vecinos, suponemos, y ya después no fraguó ningún establecimiento más. En un rincón, la cosa era complicada, pero El Ventilador pudo con eso y más. Y quien tenga más de 35 años recordará perfectamente este establecimiento.
Tenemos carne
La Alternativa es un local que lleva abierto ya algunos meses. Se trata de un lugar donde sólo hay comida vegetariana. Todo natural, todo políticamente correcto. Pero las cosas cambian, y en la puerta puede advertirse un letrero que dice «ya ofrecemos algo de carne y pescado», lo cual debe de tratarse de un avance.
Personalidad no le falta al local, lástima que esté ahora cerrado. Barajando un mar de cuadraditos rojos y verdes, resultó que habíamos caído en la mañana en la que se cierra por descanso del personal. Así que nos quedamos con las ganas de probar un bistec de ternera o un buen lechazo. Todo aderezado con sanas verduras. Otro día será.
Al lado está Manolo Cala. Lleva nada menos que 19 años dándole fuerte. Entramos en el Tabanco de Chano. Unas cuantas botas y mucha simpatía detrás de la barra. Manolo lo borda detrás del mostrador. «Usted pregunte que yo contesto a lo que quiera», exclama. Primera pregunta, allá va. ¿Por qué Chano si usted se llama Manolo? «Uff, eso es complicado, o no, según como se mire. Resulta que yo comencé con un socio. Me llevo fenomenal con él. Pero al final cada uno cogió por su lado. Chano era su nombre. Él se fue, pero dejó el recuerdo de su nombre para siempre». No hay más preguntas. Disfrutemos mejor de una copa.
Manolo tiene una cerveza estupenda. Y el fino está en su punto. «Tapas... algo hay, pero frío. Esto no es un lugar para comer. Es más bien un sitio para el aperitivo antes de comer y por la noche tomarse una copa», asegura Manolo Cala.
Y así es como la calle San Pablo sobrevive con más de cinco siglos a cuestas. Paralela a la calle Corredera, coqueta, peatonal desde hace unos diez años, tranquila y apetecible para tomar una copa, sin que nadie te haga caerte del caballo.