Es noticia:
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizCádiz
Artículos

Desnudos

JAVIER RODRÍGUEZ jrodriguez@lavozdigital.es
Actualizado:

A lgunos tienen esa virtud innata de buscar un charco y meterse hasta el cuello con la ropa puesta. Lo peor de esta afición es que sales mojado y encima salpicas cuando te secas. La ciudad de Cádiz ha sido protagonista estos días de un revuelo mediático de calado nacional a costa del nudismo en sus playas. No sabía que existía en Cádiz esa fiebre por tomar el sol en pelota picada, pero una reciente ordenanza municipal se ha encargado de recordarlo o, por lo menos, de airearlo a los cuatro vientos al prohibir esta práctica bajo sanción de hasta 750 euros. La medida del Ayuntamiento se ha convertido en el culebrón del verano y ha sido utilizada como diana por naturistas, ecologistas y demás colectivos progres para sacar los colores a la alcaldesa, Teófila Martínez, y reabrir un debate que, en Cádiz, ni siquiera se había planteado.

La ambigüedad del artículo 14 de la nueva norma municipal tiene la culpa del entuerto. Prohíbe el nudismo en las playas urbanas como La Caleta, Santa María y La Victoria, y lo deja abierto en los espacios naturales, siempre y cuando existan en ellos zonas acotadas. Aquí radica el problema. El Consistorio se ha tirado a la piscina sin flotador y ha levantado una polémica gratuita. La playa de Cortadura es el espacio natural por excelencia del término de Cádiz donde unos pocos -el grupo cabe en un taxi- acuden en verano a realizar nudismo. Hubiera sido más fácil y menos traumático aprobar la norma con un emplazamiento ya determinado para los amantes del nudismo y no dejar la ubicación a expensas de una decisión de futuro. La mejor reflexión que se puede aplicar en este asunto no es otra que la del sentido común. Cuando llegas a Ibiza, por ejemplo, lo primero que encuentras grabado en los folletos turísticos y en el propio aeropuerto es la principal seña de identidad de la isla: «vive y deja vivir». El respeto y la tolerancia son las claves de la convivencia y no creo que a estas alturas se le ocurra a nadie desnudarse en mitad de La Victoria, en La Caleta o en Santa María. Sin embargo, sí resulta lógico que parte de Cortadura se destine al naturismo. La ordenanza municipal es, desde luego, necesaria en un término que está bañado por el agua por los cuatros costados, pero le ha faltado rematar la faena. En el texto tiene que aparecer la equidad. Es decir, sitio para tomar el sol en bañador y zonas para quienes adopten otra forma de disfrutar de la playa. No se trata del todo vale. Al contrario. Las leyes tienen que satisfacer a todos por igual. Ya sabemos que el Código Penal no considera delito el nudismo, pero quienes deben velar por el equilibrio son quienes gobiernan. Los nudistas también se equivocan de plano si quieren imponer su práctica en sitios donde la mayoría opta por otro criterio. La libertad de uno termina cuando otro implanta su voluntad sin atender al repeto. Por esta razón, la norma municipal tiene que ofrecer alternativas. Todavía hay tiempo.

¿QUIÉN CONTROLA AHORA EL DESMADRE DE LAS BARBACOAS?

Alimentas a un monstruo cuando es pequeño y te come por los pies cuando se hace mayor. Esto es lo que ha ocurrido con las barbacoas del Trofeo Carranza. Lo que empezó hace dos décadas como una sana tradición familiar a orilla de la playa ha terminado por convertirse en un botellón hasta el amanecer. El punto del desmadre colectivo se alcanzó cuando hace diez años el propio Ayuntamiento trató de batir un récord Guinness con la celebración de una barbacoa multitudinaria. A partir de entonces, la fiesta entró en barrena. El espíritu de la cena de la gran noche del fútbol gaditano es en estos momentos un espectáculo hortera y cutre. El monstruo de la barbacoa ha crecido y es ahora cuando el Ayuntameinto trata a la desesperada de rebajar su fuerza con un horario de celebración más corto y limitando el espacio. La fiesta familiar de antaño ha terminado por ser un quebradero de cabeza. Me pregunto cuál será la medida que se adoptará el año que viene. Lo más probable es que se obligue a los aficionados a cenar en casa y si no vienen a la playa, mejor. Desde luego, la magnitud que ha tomado la fiesta implica una importante labor de concienciación para evitar el descontrol y perpetuar la tradición. Atrás quedaron los corralitos, la imagen del sofá y la televisión en mitad de la arena. Sin embargo, resulta más complicado frenar el consumo de alcohol hasta el amanecer. Costas juega el papel de guardián de la playa, pero le toca al Ayuntamiento asumir la responsabilidad de encauzar la fiesta a golpe de mensajes de civismo.

LOS CHIRINGUITOS LE VEN LAS OREJAS AL LOBO

No hay verano sin polémica con los chiringuitos. Este año comenzó la pretemporada con el anuncio del Ministerio de Medio Ambiente de reubicar fuera de la arena a estos locales playeros. El sector se levantó en armas y los bañistas veían peligrar la hora del aperitivo en bañador y chanclas. El Ministerio recapacitó y aclaró que nunca estuvo en contra de estos negocios. Los chiringuitos siguen en la arena, pero ahora, en Cádiz, reclaman abrir también en invierno. La temporada hace aguas en la caja de estos locales y quieren asegurarse los ingresos más allá del verano abriendo los fines de semana. Es un agravio que Málaga tenga permiso sólo por ser locales fijos y Cádiz no, por ser desmontables.