Sotomayor hace historia en el Supremo
La juez se convierte en la primera hispana en el máximo órgano judicial de EE UULa elección de una exclusiva isla de corte aristocrático rodea de polémica los siete días de vacaciones que tomará Barack Obama a finales de este mes
| NUEVA YORK MARTHA'S VINEYARD Actualizado: GuardarSonia Sotomayor, la juez federal de 55 años hija de padres puertorriqueños, logró ayer hacerse un hueco en la historia de Estados Unidos tras ser confirmada por el Senado para ocupar un puesto de magistrada en el Tribunal Supremo, la institución en la que más confían los estadounidenses como garante de su sistema democrático. En un intenso proceso donde los republicanos, a pesar de hallarse en minoría, trataron de descarrilar la elección del presidente Obama, la candidata accedió al puesto gracias a 68 votos favorables y 31 en contra.
Sotomayor se había asegurado su confirmación tras superar con éxito la serie de comparecencias obligadas ante el Comité Judicial del Senado celebradas el pasado mes. Entonces obtuvo el respaldo de la casi totalidad de los sesenta senadores demócratas y unos pocos republicanos. Pese a tener todo a favor, los conservadores, obedeciendo directrices de partido, no dejaron de hacer ruido hasta la víspera de la elección con el argumento principal de que la nominada estaba escorada a la izquierda y que sus simpatías personales iban a afectar a sus decisiones. Los intensos debates de las últimas horas sólo sirvieron para que unos cuantos republicanos desoyeran las consignas de su partido y elevaran a nueve el número de legisladores conservadores que se sumaron a la mayoría. Sotomayor se había ganado el puesto al final con el apoyo de unos dos tercios de los cien miembros que integran la Cámara alta.
Para el acto de votación, el líder de la mayoría demócrata, Harry Reid, estableció un estricto protocolo reservado sólo para las grandes ocasiones, como las resoluciones en período de guerra o cuando se llevan a cabo procedimientos de impugnación al presidente. Por este motivo, el senador demócrata Edward M. Kennedy, ausente por padecer una grave enfermedad, no pudo hacer efectivo su voto.
Mientras todo esto sucedía en Washington, Sotomayor no alteró su rutina y acudió a su despacho en el Tribunal de Apelaciones de Manhattan, donde ha trabajado como juez los últimos once años. Algunas fuentes aseguran que la nueva magistrada del Supremo tiene billete para viajar a la capital federal, donde podría jurar su cargo ante Obama hoy mismo. Con todo, no ocupará su asiento en la alta magistratura hasta principios de septiembre, cuando se celebre una sesión relacionada con las finanzas de un grupo conservador que trató de frustrar la campaña presidencial de Hillary Clinton en 2008.
Durante toda la mañana y en las horas previas a su confirmación, se sucedieron los debates e intervenciones de senadores, que coincidieron en resaltar su trayectoria en tribunales federales y sus orígenes humildes en el barrio neoyorquino del Bronx, donde vivió con su madre y un hermano en un complejo de viviendas públicas.
Riesgo electoral
Los demócratas, que la elogian como juez bien calificada y moderada, advirtieron hasta última hora a los republicanos de que se arriesgan a perder a los votantes hispanos, «un sector creciente del electorado», por su cerrada campaña de oposición. En su réplica, los conservadores recordaron a los legisladores del partido del Gobierno que hace años bloquearon la confirmación del candidato republicano Miguel Estrada, un abogado nacido en Honduras, como juez federal. Aunque al final la mayoría de los republicanos han respaldado las tesis demócratas de que las credenciales de Sotomayor para el tribunal no eran el problema, ambos grupos han dedicado la mayor parte del tiempo esta semana a discutir sobre si la juez ha mostrado o no prejuicios hacia ciertas minorías en discursos pronunciados fuera de los tribunales.
Los conservadores insistieron en que algunos de sus fallos tenían signos de discriminación hacia trabajadores blancos. El demócrata Harry Reid dijo que Sotomayor ha demostrado ser moderada.
En los sesenta estuvieron los Kennedy, en los sesenta 'Tiburón' sembró el terror en sus playas, en los ochenta Reagan prefirió Texas, en los noventa descansó por esos lares Bill Clinton, en el comienzo del nuevo siglo George W. Bush también se fue al estado de la estrella solitaria y ahora desembarca Barack Obama. La isla turística de Martha's Vineyard, en la costa del noreste de Massachusetts, tendrá del 23 al 30 de este mes a otro presidente estadounidense entre sus exclusivos veraneantes.
El actual inquilino de la Casa Blanca y su familia buscan un corto reposo en este enclave tradicionalmente visitado por las grandes fortunas norteamericanas. Lo harán rodeados de polémica. Porque a Obama se le alaba que tan sólo descanse durante una semana, pero se le critica que lo haga en un lugar de imagen aristocrática.
Sus asesores le recomendaron Camp David por aquello de que sería blanco fácil de los ataques por optar por un turismo de élite en un momento en el que el país está sumido en una de las mayores crisis económicas de su historia y con dos frentes bélicos abiertos. Pero el primer mandatario afroamericano de Washington dice que no sería consecuente si su cargo le obligara a cambiar, porque ya hace dos años, todavía de paisano, pasó el verano en Martha's Vineyard. «Pienso cada día en los problemas que padecen los estadounidenses. Por supuesto que también lo haré en estos días en la isla», dijo a la cadena de televisión CBS.
Lo hará desde una mansión valorada en 20 millones de dólares (casi 14 millones de euros). Blue Heron Farm (Granja de la garza azul) tiene playa privada, una plantación de manzanos, piscina y cancha de baloncesto.
Aunque no ha trascendido cuánto cuesta una semana de estancia en esta finca propiedad de un magnate maderero, la prensa local alerta de que el precio por semana en inmuebles similares es de 50.000 dólares (casi 35.000 euros). Obama costeará la parte proporcional de su mujer Michelle y sus hijas Sasha y Malia. También saldrá de su bolsillo la estancia del perro Bo.