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TRIBUNA LIBRE

La Guardia Civil

TOMÁS TORRES PERAL Comandante de Caballería, abogado y economista
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Nunca tantos le debieron tanto a tan pocos», sentenció Wiston Churchill refiriéndose a los pilotos de la RAF que se batieron en la Batalla de Inglaterra evitando la derrota ante Alemania en la II Guerra Mundial. Lo mismo podríamos decir, sin margen de error, con respecto a los miembros de la Guardia Civil: «Nunca tantos (españoles) le debieron tanto a tan pocos (guardias civiles)».

No ha habido un Cuerpo del Estado que haya sufrido en sus propias carnes la violencia asesina de ETA con tanto odio y ensañamiento como lo ha sufrido la Guardia Civil. Más de 200 guardias civiles han sido asesinados por ETA. Los dos últimos el jueves en Calviá. El miércoles en Burgos la matanza se evitó milagrosamente. Más de seiscientos heridos, cientos de viudas y huérfanos. Son cifras que no nos pueden dejar impasibles. Tanto dolor y tanto sufrimiento no puede dejarnos indiferentes. Aunque no fuera más que por eso, los españoles tendríamos que estarles eternamente agradecidos y mostrarles nuestro respeto y consideración.

Sin embargo, los gobiernos no siempre han sabido reconocer jurídica y materialmente la situación profesional de los miembros de la Guardia Civil, y por extensión los de las Fuerzas Armadas, de forma que al tener cercenados determinados derechos constitucionales, no siempre con buena técnica legislativa, se ha producido un hecho perverso en la normalidad democrática, al no haber correspondido el Estado con justicia y equidad la generosidad derrochada por sus guardias civiles.

Hace unos meses el Congreso de los Diputados aprobó dos leyes que reconocen el derecho de asociación profesional y regulan el Estatuto de Derechos y Deberes, así como el régimen sancionador de la Guardia Civil. Sin haber llegado a aceptar el derecho de sindicación propiamente dicho ni haberle reconocido una identidad civil, ambas leyes constituyen un paso no sabemos si hacia una mayor operatividad, o bien hacia una Guardia Civil sin relación alguna con la milicia, integrada únicamente en las Fuerzas de Seguridad del Estado y dependiente exclusivamente del Ministerio del Interior, ambas posibilidades, a pesar de la propaganda gubernamental, no son necesariamente equivalentes.

Resulta curioso que entre los más efusivos partidarios de la desmilitarización de la Guardia Civil se encuentren los nacionalistas, los separatistas, y quienes no reconocen a la Nación Española ni aceptan su Constitución. Este es un hecho que no nos debe de pasar inadvertido, mientras tanto la Guardia Civil sigue cumpliendo ejemplar y beneméritamente sus misiones tanto dentro como fuera de España, y quizá, ese sea el motivo del ensañamiento que ETA tiene contra sus miembros y sus familiares.