Segundo mandato
| DIRECTOR DEL OBSERVATORIO ELECTORAL TEIM-UAM - ESPECIALISTA EN POLÍTICA IRANÍ Actualizado: GuardarL a investidura de Mahmud Ahmadineyad para su segundo mandato presidencial ha vuelto a mostrar la profunda división existente entre la élite político-clerical iraní. La televisión estatal dejó ver claramente los escaños vacíos de muchos parlamentarios opositores, al igual que las sonadas ausencias de diversas figuras institucionales importantes, como los ex presidentes Hashemi Rafsanyani y Mohamed Jatamí. La crisis política que se desató tras las presidenciales, por lo tanto, no ha finalizado a pesar de que se haya dado por cerrado el proceso electoral, sino que se ha trasladado ahora a las instituciones republicanas. La gobernabilidad de los próximos cuatro años será complicada y la figura del líder espiritual, Alí Jamenéi, resultará clave para mantener un equilibrio entre el deseo de Ahmadineyad de actuar independientemente en el Gobierno y la muy crítica oposición aglutinada en torno a personajes de peso como Rafsanyani, Jatamí y Mir Hussein Musaví.
La necesidad de mantener la estabilidad y el consenso dentro del sistema es crucial de cara a la negociación internacional que Irán debe afrontar en relación a su programa nuclear civil. Si bien es cierto que la opinión pública internacional, al igual que los gobiernos de todo el mundo, han demostrado estar profundamente divididos en torno a la victoria en las urnas de Ahmadineyad, también es cierto que los más críticos han sido aquellos ejecutivos implicados directamente en las negociaciones nucleares: Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y Alemania. Sin embargo, estos mismos gobiernos deberán tratar necesariamente con la vigente Administración, ya que no pueden negar lo que las autoridades electorales y la jefatura de Estado han proclamado: que Ahmadineyad será el presidente iraní hasta 2013. Desconocer ese dato implicaría necesariamente la ruptura de relaciones con Teherán y la escalada hacia una situación que ya se ha vivido en la región. La opción diplomática, por lo tanto, sigue siendo la única vía para solucionar la discrepancia nuclear, aun con Ahmadineyad al frente de la diplomacia persa.