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El joven, en un paréntesis de su trabajo. / J. M. A.
Ciudadanos

«Trabajar a los 17 años es duro»

Todavía no es mayor de edad y ya se gana el sueldo como camarero en una terraza de Chiclana. Es uno de los gaditanos que encontró empleo en julio

JESÚS M. ARAGÓN
| CHICLANAActualizado:

Cada verano son muchos los jóvenes que se lanzan por primera vez al mercado laboral para ganar un dinero extra, que o bien les sirve para pagarse sus estudios o bien les permite hacer frente a otros gastos típicos de la adolescencia como sacarse el carné de conducir o sufragar las noches de movida con los amigos.

El caso de Francisco Javier Nieto es uno de ellos. Con tan sólo 17 años, ya sabe lo que es «currar de lo lindo». Desde el pasado mes de julio y hasta mediados del próximo septiembre forma parte de un equipo de más de una decena de personas que atienden al público en una de las cafeterías más concurridas del centro urbano chiclanero, La Española, un comercio ubicado en la bifurcación de las calles Playa y Arroyuelo recién peatonalizadas, «que siempre está a rebosar de clientes».

Las funciones que realiza Francisco Javier son básicas de momento. Se dedica a coger las comandas y servir las consumiciones de los clientes. Su encargada y jefa inmediatamente superior le echa un ojo de vez en cuando mientras atiende a LA VOZ, pero sonríe cuando el joven le pide permiso para ausentarse de la faena apenas cinco minutos para atender a este medio.

«Trabajar aquí es duro, se echan muchas horas, pero el año pasado fue peor», recuerda Francisco Javier. Y es que este estudiante de Bachillerato vivió el verano pasado su primera experiencia en el mundo laboral, que le ha dejado marcado. Fue en un restaurante de la zona costera de la localidad, «y estaba en peores condiciones y más horas», explica. De momento, no lleva del todo mal trabajar en verano. Aunque, cuando atiende al público con más de 30 grados a la sombra, piensa «que estaría mejor en la playa tumbado».

Como recompensa, Francisco Javier recibe unos 400 euros quincenales, por cuatro horas de contrato legalmente reconocido y está dado de alta en la Seguridad Social, con dos días libres a la semana.

Ahora le queda por delante la segunda mitad del verano para seguir aprendiendo y esforzándose en un trabajo al que accedió «por curriculum», y que muchos amigos le habían desaconsejado. Sólo sus padres ven con buenos ojos que el pequeño de la familia trabaje; «ellos se alegran, dicen que así valoraré más lo que es el dinero», reconoce Francisco Javier.

Nunca mejor dicho, en un mediodía con viento de levante y un intenso calor en la terraza de La Española como el de ayer, Francisco Javier sabe de lo que habla. Él, como muchos otros jóvenes de la provincia, se gana el sueldo con el sudor de su frente mientras otros descansan.