Imagen del barrio de la Atunara, donde vivía el fallecido, en una imagen de archivo./ LA VOZ
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Muere un delincuente habitual tras recibir una paliza en La Línea

El fallecido, que estaba en búsqueda y captura, ingresó en el hospital Puerta del Mar con la mandíbula, la nariz y los pómulos rotos

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Tenía 38 años y recibió una paliza que resultó de muerte en la madrugada del pasado 23 de julio, cuando La Línea apuraba el fin de semana de su feria. La agresión se produjo en las inmediaciones del recinto ferial, en una zona donde los jóvenes se concentran para hacer botellón antes de entrar en las casetas. Manuel Zapata Bau se ha estado debatiendo entre la vida y la muerte durante días, primero en el hospital linense, donde fue llevado la misma noche de la agresión, y después en el centro hospitalario de la capital, a donde fue derivado por la gravedad de las lesiones. Finalmente no pudo sobrevivir a un cuadro médico de politraumatismo severo y falleció en la madrugada de ayer.

Su familia lo definía como «un hombre normal, soltero, que hacía los trabajos que le salían para ir tirando y miembro de una familia de trece hermanos». Desconocían qué pudo ocurrirle para sufrir una agresión de tal calibre, que le llevó a ingresar en el Puerta del Mar con la mandíbula, los pómulos y la nariz rota. Una cuñada suya sostenía que no sabían de alguien «que tuviese motivos para hacerle daño». Sin embargo, fuentes policiales explicaron ayer a este medio que Manuel Zapata Bau era un delincuente habitual, que en estos momentos estaba en búsqueda y captura por un robo.

La posible secuencia de los hechos ocurridos en la madrugada del 23 de julio tendría su inicio, según las primeras pesquisas policiales, en un robo perpetrado por el ahora fallecido. Las mismas fuentes señalaron que esta persona pudo haber pegado un tirón y fue descubierto por sus propias víctimas, quienes en lugar de denunciarlo y solicitar la ayuda de la Policía, respondieron de forma agresiva.

Este periódico trató ayer sin éxito de confirmar si se había producido alguna detención, ya que los supuestos autores de la agresión estaban identificados pero no habían sido arrestado aún a la espera de la evolución médica de Manuel Zapata, que era vecino del barrio linense de La Atunara.

La situación de estas personas, con la muerte de su víctima, ha cambiado diametralmente. De autores de un delito de lesiones, han pasado a ser homicidas; lo que agrava considerablemente la pena a la que se enfrentan, si finalmente son detenidos. El consumo de alcohol o drogas pudo haber influido en la agresión, que se produjo en un contexto de botellón.

El fallecido, según confirmó la propia familia, será enterrado hoy en el cementerio de La Línea.

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