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Los ‘EREs silenciosos’ del Parque Empresarial

Almudena Doña |
JerezActualizado:

Son hijos directos de la crisis, y su proliferación y crecimiento van de la mano con la grave coyuntura económica que atraviesa el país. Los temidos EREs (Expedientes de Regulación de Empleo) se han convertido en la herramienta empresarial de moda, a la que recurren cada vez con mayor facilidad los que se ven con el agua al cuello y deciden que les sobra buena parte de la plantilla.

El amago de Holcim con su fábrica de Jerez se ha quedado sólo en un susto, si bien es cierto que los trabajadores tendrán que renegociar unas condiciones que distan mucho de su voluntad inicial. Sea de una forma u otra, todo el mundo vigila de cerca a las grandes empresas, que acometen unas regulaciones con un eco que resuena como mínimo en cien kilómetros a la redonda. Sin embargo, existen otra clase de EREs que nadie percibe, pero que en proporción causan incluso más daño que los primeros a los afectados.

Un claro ejemplo de ello supone el del Parque Empresarial, cuyo presidente, Alfonso Moreno, ha relatado a este medio la delicada situación en la que se encuentra el complejo. Mientras que algunos negocios han optado por echar el cerrojazo (ya van quince, pero Moreno advierte que no serán los últimos), la mayoría se ha visto obligado a prescindir de un número significativo de trabajadores. En concreto, el presidente apunta a que unos 250 empleados (entre 15 y 18 por empresa) han tenido que abandonar sus puestos debido a una recesión que amenaza con provocar males mayores.

Una circunstancia que a los que más preocupa es a los propios empresarios, que se sienten en desventaja con respecto a las grandes compañías. «El problema para una empresa pequeña –explica Moreno– es que una multinacional tiene la posibilidad de poder sacar un ERE, con lo que eso conlleva para los trabajadores. Pero en nuestro caso, los ocho que se quedan fuera no tienen derecho a nada».

El concepto de Expediente de Regulación de Empleo se creó precisamente con ese fin, el de que las partes en caso de dificultad económica extrema pudieran llegar a un acuerdo beneficioso para ambas (tanto a nivel de despidos como en caso de cese temporal de la actividad). Pero se trata de una alternativa vetada para las pymes, que al final son las que acaban pagando los platos rotos del fracaso generalizado.

Tasas de12.000 euros

Por si fuera poco, los problemas parecen acumularse a los responsables de los negocios del Parque, que se han encontrado con el gravamen de una tasa municipal que, según ellos, no debería serles exigida. Como recordó el representante de los empresarios, éstos ya pagan un impuesto industrial por la actividad que desarrollan, sin olvidar que todo lo relativo al mantenimiento del Parque (jardines, alumbrado, vigilancia...) corre a cargo de sus propios bolsillos.

«El Ayuntamiento, a través de Diputación, pretende cobrarnos para pagar los deterioros de la vía pública, cuando eso ya debería estar contemplado en nuestros impuestos. Ninguno de nosotros hemos hecho rebaje de aceras, y todos pagamos el proyecto inicial». Esta exigencia podría conllevar para algunos el abono de 12.000 euros, teniendo en cuenta que se trata de una tasa con carácter retroactivo, lo que equivaldría a 3.000 euros al año. Como contó el presidente, «la Administración reconoce que lo ha hecho mal, pero insiste en que es obligatorio; si la gestión local es un caos, los empresarios no tenemos que pagar eso».

Ante esta perspectiva, los perjudicados se reunieron recientemente en asamblea para concluir con que no se quedarán de brazos cruzados ante lo que consideran una injusticia. De hecho, próximamente decidirán las acciones a llevar a cabo, con el fin de parar la exigencia municipal o al menos ejercer su derecho al pataleo y que este impuesto no merme aún más sus deteriorados bolsillos.