NOVILLADA NOCTURNA EN EL PUERTO LA FICHA

Exigente novillada

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L os jóvenes espadas que pisaron la arena de El Puerto el viernes se enfrentaron a un duro examen, a la difícil prueba de una novillada dura, encastada y correosa de Torres Gallego. Ejemplares ásperos, fuertes, que incluso manifestaron abierta mansedumbre, como el segundo y sexto. Hubo una excepción, el quinto, un cárdeno claro que derrochó bondad, bravura y repetición en sus embestidas. Eral que propiciaría a Emilio Huertas, el único trofeo del festejo. Se estiró el manchego de capa con tres verónicas y dos medias, que poseyeron verdadera enjundia y sabor, a las que siguió un singular y luminoso quite por faroles. Franela en mano, cuajó tandas macizas de derechazos plenas de temple y suavidad, en las que destacaron los broches de sus hondos pases de pecho. Con el novillo más rajado, el intento de toreo al natural no llegó a fructificar y puso fin a su actuación con ceñidas manoletinas y una gran estocada.

Abrió plaza un enrazado animal de exigente embestida, que ya volteó a Kevin Hernández cuando lo recibía de capote y que llegó al último tercio con muchos pies. Aunque plasmó detalles sueltos de torería y exquisitez con algunos remates y trincherillas, no perdía los pasos que su enemigo requería, por lo que los enganchones y desajustes se sucedieron a lo largo del trasteo.

La isleña Verónica Rodríguez vio estrellados sus deseos de lucimiento ante la mansedumbre integral de su oponente. Frenado y huido en el capote, carecía de entrega y humillación. No se descompuso Verónica que, siempre relajada y decidida y con conocimiento de los terrenos, llegó a dibujar bellos pases naturales de uno en uno y, en alrde de tesón y valor, hasta consiguió tandas estimables en redondo de la abanta e incómoda res. Tras media estocada de efecto fulminante se le solicitó una oreja, ganada a ley, y no fue concedida.

Dotes de excelente capotero mostró el madrileño Diego Fernández, quien saludó con mucho temple por verónicas y quitó después con chicuelinas y revolera. Exigió mucho a su novillo, con cites a larga distancia y obligándole en todas las series, por lo que éste perdería pronto el recorrido. Cuando contó con enemigo, el madrileño sobresalió con la profundidad de algunos pases de pecho. Tres garbosos lances a la verónica por el pitón izquierdo constituyeron el exiguo bagaje artístico de Juan Cortés, que anduvo a la deriva y muy por debajo de una res. Mal rato pasó también Chistian Chia ante la brusquedad y mansedumbre del que cerró plaza, quien no logró ningún pasaje lucido.