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TRIBUNA

Adolfo álvaro,'in memoriam'

ANTONIO RODRÍGUEZ LIAÑO
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Se fue el hombre de los dos nombres, Adolfo Álvaro, presente desde hace tiempo en mis oraciones. Qué difícil es escribirte unas líneas, porque te mereces una enciclopedia.

Dirigir los informativos en un medio público, es como atravesar las cataratas del Niágara sobre una serpentina, porque el universo entero analiza cada imagen y cada texto con una lupa y un cronómetro.

Sin embargo, los valientes como tú asumen el reto, sacan de la mochila los temores y aceptan ser diana de todas las opiniones y de todas las críticas.

Adolfo Álvaro, siempre prudente, siempre correcto, siempre respetuoso y siempre benévolo, siempre con la sonrisa en su justa medida.

Tu voz, radiofónicamente plena, adquiría un tono más profundo y suave, cuando los asuntos que se trataban requerían delicadeza y tacto.

Era aleccionador escuchar tus puntos de vista y descifrar tus silencios, con esa sensatez envidiable de quienes piensan primero y deciden después si es oportuno hablar o bien callarse.

Enfadarse contigo era más que imposible, ¿verdad Adolfo Álvaro?

Fue de verdad una suerte conocerte y trabajar a tu lado, aprendiendo contigo que una noticia tiene infinitas versiones, pero tenemos la responsabilidad de elegir una de ellas y la audiencia inteligente pondrá el resto.

Te admiro Adolfo Álvaro, porque tú eras un remanso de necesaria serenidad, en el vértigo diario de mi querida Onda Jerez.

Allí hiciste tu labor con paciencia, inculcando también la reflexión como método, reconociendo los méritos y corrigiendo los errores siempre con mesura.

Quienes hemos tenido el privilegio de estrechar alguna vez tu mano, sabemos que un corazón abierto y generoso ocupaba cada rincón de tu persona, por eso mismo los recuerdos y los buenos momentos que nos entregaste no se extinguirán jamás.

Un abrazo fuerte, muy fuerte, para tu familia y muchas gracias por el ejemplo que has dado de tu esencia humana, en estos tiempos tan necesitados de humanidad.

Hasta siempre, amigo mío.