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Debate y discrepancia por encima de repetición de consignas

M. L. DE GUEREÑO
| LA HABANAActualizado:

Los diputados cubanos llevan una semana de reuniones con el fin de hacer un balance previo con el que presentarse al tercer periodo ordinario de sesiones de la VII Legislatura de la Asamblea Nacional (Parlamento) -que se celebra hoy- y en las que no han tenido reparo para hacer patentes sus críticas.

También a ellos les ha llegado el mensaje del presidente Raúl Castro, el que repetía en la última reunión del Comité Central, según recogía ayer el diario Granma, órgano del PCC: «La falsa unanimidad resulta perniciosa, por lo que se requiere estimular el debate y la sana discrepancia, de donde salen generalmente mejores soluciones. El trabajo ideológico debe brindar argumentos sólidos, favorecer el intercambio de criterios y eliminar lo superfluo, la fanfarria y la simple repetición de consignas».

En las doce comisiones permanentes se expusieron los balances -preocupantes en el campo económico, que fue calificado de «grave»-, pero también se habló a calzón quitado de los problemas. Los asambleístas insistieron en la línea oficial de que hay que trabajar más para sustituir importaciones, explotar mejor la tierra y las industrias locales destinadas a la conservación de alimentos.

Unos 300 diputados analizaron igualmente los resultados de las medidas adoptadas para ahorrar combustible y electricidad, y las nuevas exigencias que desde este curso se adoptarán para elevar el nivel de la educación en el país. Sin embargo, uno de los temas más importantes a abordar será la aprobación de la ley de Control General de la República para «elevar la exigencia en el cumplimiento de la legislación vigente y en materia de control de todas las estructuras de dirección del país», según definió Raúl Castro el 26 de julio. Este órgano, que sustituye al Ministerio de Auditorias, responderá directamente al Consejo de Estado.

A los legisladores les queda la tarea de hacer comprender a sus conciudadanos que, como adelantó el presidente, se avecinan «medidas difíciles y nada gratas, pero sencillamente inaplazables».