Baño de pleitesía a Mohamed VI
Tetuán se vuelca en la Bey'a, muestra pública de fidelidad al rey de Marruecos y punto álgido de la Fiesta del Trono
| TETUÁNActualizado:Han pasado cientos de años, pero pocos detalles han cambiado en una de las ceremonias más tradicionales y simbólicas de Marruecos. Vestido de amarillo y a lomos de un hermoso caballo negro, Mohamed VI volvió a recibir ayer en Tetuán la pleitesía de sus súbditos en el ritual de la Bey'a, como antes hicieran su padre, su abuelo y todos sus antepasados reales.
La ceremonia, que este año se ha celebrado en Tetuán, es la muestra más pública de fidelidad a la monarquía, y el punto álgido de la Fiesta del Trono, que conmemora el ascenso del soberano al poder.
Del mismo modo que se realizara en la época medieval, Mohamed VI se asomó a las puertas del palacio real de Tetuán cabalgando un pura sangre con las bridas verdes y protegido bajo una sombrilla de terciopelo color burdeos sostenida por un lacayo. El monarca saludó a las filas interminables de autoridades que habían sido congregadas para la ocasión, mientras era presentado como «Rey de Marruecos y Emir al Miminin» (Comendador de los Creyentes). Los miles de notables, entre los que se encontraban miembros del Ejecutivo, alcaldes, concejales y gobernadores, todos ellos vestidos con la tradicional chilaba blanca, tarbuz rojo y babuchas color azafrán, hicieron reverencias a su soberano a la vez que afirmaban «Gracias a Dios».
La Bey'a ensalza al monarca en su doble vertiente de jefe del Estado y de la comunidad religiosa del país magrebí, y mediante este procedimiento de legitimación del poder, los representantes del pueblo le juran obediencia y disciplina en la bonanza y la adversidad. El ritual se celebra en una ciudad distinta cada año. Ayer, engalanado con banderas, luciendo aceras impolutas y paredes recién encaladas, el centro de Tetuán estaba tan blindado como una fortaleza.
Sentado en la terraza del café La Unión, a unos pocos metros del palacio real, Ahmed Lekhal, se presenta como un gran admirador del monarca, dice mientras sorbe una limonada. «Es el rey de los pobres, nos quiere y nosotros le respetamos mucho», asegura, a la vez que reconoce que «a su padre se le quería también, pero a él más».
«Le gusta el norte»
Tetuán ha presenciado la ceremonia de la Bey'a en varias ocasiones, ya que a Mohamed VI le gusta veranear en la ciudad. «El rey viene mucho porque le gusta el norte», asegura Ahmed Sahli, originario de Alcazarquevir, pero que vive en la antigua capital del protectorado español desde hace décadas. Sahli, que se expresa en un perfecto español, considera que el monarca tiene más aprecio por el norte de Marruecos que su padre, quien no realizó ni una sola visita oficial a la región del Rif en sus 38 años de reinado.
«Este año hay más seguridad que otros», afirma Sahli, mientras mira a su alrededor. «La mitad de los que están sentados en el café son de la (policía) secreta», asegura guiñando un ojo. Sin embargo, no todos ponen la misma atención. En la mesa de al lado, Madredin Makali, de 17 años, mira de reojo la televisión que muestra las imágenes en directo de la ceremonia, mientras escucha música de su reproductor mp3. «Ya lo he visto otras veces, siempre por televisión», afirma con desgana, pero pone atención cuando el caballo del rey empieza a ponerse nervioso y a revolverse. «Uy, uy, uy», dice, y vuelve a su música.
La ceremonia acaba en un cuarto de hora y Mohamed VI vuelve a entrar en palacio. Poco después, conduciendo su propio coche, sale a toda velocidad del recinto. «Llevo aquí por lo menos dos horas y al final no he podido ver casi nada», se lamenta Fátima el-Harish, que se ha apostado en una de los accesos a la plaza que alberga el recinto real.
Vestida de rosa de arriba abajo, esta tetuanesa se ha arreglado especialmente para la ocasión. El breve saludo del monarca ha sabido a poco. «Es que ha pasado muy rápido. El año que viene me pongo más cerca», asegura mientras coge a su hija de la mano para volver a casa.