Las alumnas de María José Franco practican la técnica de baile de la bata de cola, al compás de seguiriyas y bulerías. /VÍCTOR LÓPEZ
flamenco

Los discípulos del compás

Cuarenta alumnos se inscribieron en el II Curso de Flamenco de 'La Merced' para aprender teoría y práctica del arte jondo

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El Centro Municipal de Arte Flamenco La Merced, situado en el barrio de Santa María, ha sido un hervidero de prisas, cambios de vestuario y acordes que surgen de afinar las cuerdas de la guitarra. Desde el pasado domingo, se llevó a cabo en las instalaciones del antiguo mercado de abastos el II Curso de Flamenco, tras el éxito de la pasada edición.

Tres de los grandes del panorama actual del flamenco gaditano fueron los encargados de transmitir los conocimientos que han adquirido a lo largo de sus carreras artísticas. Mariana Cornejo, enseñó «las chuflillas» de los cantes tradicionales de Cádiz; María José Franco impartió lecciones de técnica de bata de cola y coreografía y Juan Manuel Moneo se encargó de perfeccionar con los discípulos los rasgueos de la guitarra.

Alrededor de cuarenta alumnos se inscribieron en este curso, entre gaditanos y extranjeros. Los profesores intentaron adaptar sus enseñanzas a las preferencias de los participantes. «El maestro Juan Manuel Moneo enseña cosas que los alumnos van pidiendo: falsetas para el baile, acompañamiento al cante...» explicó María José Franco, promotora de la iniciativa municipal. Los alumnos tienen distintos niveles: desde iniciación a nivel intermedio, aunque, la mayoría son gente de nivel avanzado,«casi profesionales que vienen a perfeccionar lo que ya saben», afirmaba María José. Según la bailaora, los participantes asistentes quedaron muy satisfechos con las clases. El objetivo de los profesores se basaba en transmitirles el mayor número de conocimientos posible, todos ellos condensados en sesiones de hora y media. Las clases se repartían en horario de mañana y tarde, a lo largo de los cinco días que ha durado el curso. «Les explico muchas cosas que quiero que se lleven. No se trata de que el baile esté perfecto sino de que aprendan lo máximo posible».

Mariana Cornejo, la más veterana, corregía a Joaqui, de 22 años, el tono en el que tiene que interpretar el verso de entrada de la alegría. El palo, que pertenece al grupo de las cantiñas, es uno de los cantes gaditanos por excelencia. «Lo mío son las alegrías y quiero mejorar. Aparte de cantar, aprendo el compás de las palmas, que no lo sé llevar cantando», afirmaba el gaditano afincado en San Fernando quien, a pesar de su juventud, ya lleva casi tres años formándose en el arte del cante jondo. Bajo las indicaciones de la cantaora, siempre artista pero cercana, sus alumnos iban interpretando los versos que les había escrito en un cuaderno. «Una letra de siempre que ya se ha perdido» que Mariana está dispuesta a transmitir para que no se olvide. Tiziana, de origen italiano, se arrancó por alegrías ayudándose de una grabadora para después corregirse a sí misma y practicar. «Me acabo de comprar dos discos de Mariana y los voy a escuchar en el hotel», afirmó la italiana que maneja perfectamente las expresiones de la jerga flamenca.

«Abre bien la garganta, saca toda la voz que tienes dentro», animaba la gaditana a Carolina, de origen británico, que reside en Cádiz después de vivir en Granada, donde aprendió los compases del fandango granaíno. Los alumnos le ponen sentimiento, lo más importante según la cantaora. «Hay que saber transmitir lo que uno está sintiendo, porque todos somos diferentes, cantamos diferente y eso es lo bonito del flamenco», añadió Mariana.

Yumi Brown vino desde Arizona, en Estados Unidos, hasta Cádiz para asistir al curso, del que supo por internet. Además, es una gran admiradora de María José Franco. Su intención es perfeccionar la técnica que aprendió en Madrid y en Sevilla, donde participó en cursos de baile y compás. La americana, que se mueve como las mejores bailaoras nativas, aunque apenas habla castellano, imparte clases de danza española en Estados Unidos, donde cuenta con al menos 20 alumnos por clase. Según Yumi, hay un interés creciente por el mundo del flamenco en Norteamérica. Aunque su familia reside en Hawai, Yumi voló hasta la ciudad acompañada por su marido y su hijo, de diecisiete meses de edad. Esta seguidora de Eva Yerbabuena, afirmó que el flamenco es una parte fundamental en su vida y desea que «ojalá le guste» a su pequeño.

María Ángeles tiene 26 años y quiere dedicarse profesionalmente al baile. Está terminando la carrera de Danza en el Conservatorio Superior de Málaga, después de haber acabado los cuatro años de iniciación y los seis de grado medio, en el Conservatorio de Cádiz. «Es muy duro, porque aparte de bailar, también tenemos que estudiar materias como Anatomía o Historia de la Danza», afirmaba la gaditana. En junio del año que viene, espera poder presentar su proyecto de investigación de fin de carrera e intentará centrarse en «algún tema de Cádiz, que aquí hay muchas cosas importantes». María Ángeles quiere especializarse en Pedagogía aplicada a la Danza. «Se supone que, después de hacer unas oposiciones, podré enseñar en un Conservatorio», añadió.

Para clausurar oficialmente las jornadas la dirección preparó un fin de fiesta inmejorable. Ayer, en las mismas instalaciones del Centro, Mariana Cornejo dio un recital acompañada a la guitarra por Pascual de Lorca. Asunción Armario, María José Peña y Natalia López bailaron acompañadas por la guitarra del maestro Moneo, además del cante de Joaquín Flores, El Quini, y la percusión de Raúl Domínguez.