La Luz del gineceo
Actualizado: GuardarEl traslado del Museo Getty, desde los arrogantes taludes de Malibú, al barrio de Brentwood de Los Ángeles, también en alto pero con el Pacífico alejado, puso al genio de Richard Meier en la tesitura de abandonar la villa helenística, cartón piedra y purpurina hija del Hollywood cercano, o conservarla. Optó por dejar allí la maravillosa colección de joyas greco-latinas, creo que con acierto. Gracias a ese decorado cinematográfico, puede revisarse el modelo habitacional helenístico y su lúcida aportación del gineceo. Las estancias exclusivas y excluyentes de las mujeres y de los impúberes varones. El rincón de las fragancias, los hechizos, los valores esenciales, el carácter y la metafísica. Lo trascendente ejerciendo de matriz y molde. Asomadas al peristilo, estas estancias regían la vida de toda la casa y por ende de la sociedad. Los flujos emotivos, la disciplina, desde la admonición hasta la caricia balsámica, el peso de la razón y la interpretación de la presunta realidad. No contemplaba ese canon arquitectónico, sin embargo, la necesidad de un «androceo», o sea, que el mundo varonil no tenía ubicación, quizás porque su rol sea de proyección horizontal dislocada. El varón, algún día, salió de la cueva a cazar y aún no ha regresado, mientras la mujer tutela los rescoldos de la lumbre desde siempre.
La luna no es el sol. Confío que hasta ahí nos entendamos, como confío que coincidiremos en aseverar que la mujer de hoy se ha ganado a pulso el puesto relevante que tiene, por méritos propios, personales y colectivos, en la sociedad. Era indispensable por el bien de todos. Ahora bien, rigiendo la luna los ciclos y mareas, el equilibrio, delegando en el sol los actos litúrgicos ligados a la luz, no entiendo el discurso libertario del gineceo de hoy. No entiendo que la sutil esencia del mundo femenino deba sumirse en un forcejeo entre rivales. La masculinización de los hechizos femeninos y sus dotes para razonar, los marchitará. El porvenir universal se basa en la capacidad de la mujer para crear vida y amamantarla. Para bruñirle a la Humanidad un alma sensitiva sosegada y veraz, justa y adusta.
Los feminismos, como los machismos, que hablan de igualdades y desigualdades, yerran. Somos similares y complementarios, magias convergentes, éticas parónimas, mas compete a la mujer el liderazgo. La proyección de la civilización occidental hacia conseguir los logros del equilibrio socioeconómico y sociocultural, el de la justicia y la paz sostenibles, dependerá del diseño del modelo de sociedad que seamos capaces de realizar entre todos, para permitirle a la mujer ser madre sin dejar de realizarse como persona, en los planos y medios que ella anhele. Su sensatez, su inteligencia pura y recia, nos ayudará a conseguirlo. La luna y el sol no rivalizan. Los dos, sin pleitos ni forcejeos, rigen la vida, la que merece la pena vivir. La ley cósmica existe, solo faltan el amor respetuoso, el concilio social y la salud mental.