Peinan la isla por tierra, mar y aire en busca de los asesinos
Mallorca estuvo sellada a cal y canto para evitar su huida Los investigadores no descartan que tengan un piso franco
| COLPISA. MADRID COLPISA. PALMA Actualizado: GuardarLas fuerzas de seguridad peinan desde ayer Mallorca en busca de los asesinos de los dos guardias civiles, según confirmaron fuentes de la lucha antiterrorista. Unos minutos después del atentado mortal pusieron en marcha la conocida como operación jaula y durante todo el comienzo de la tarde la isla estuvo sellada a cal y canto. Nadie podía entrar ni salir. Daba igual que lo intentase por tierra, por mar o por aire.
Nada más comprobar que los etarras habían activado in situ la bomba lapa que asesinó a los agentes, todas las unidades de seguridad y emergencia que había en la isla se pusieron en marcha para tratar de impedir la fuga inmediata de los terroristas y para localizarlos antes de que se oculten en el piso franco o escondite que tuviesen preparado.
La primera medida fue establecer un perímetro de seguridad de casi dos kilómetros sobre la calle Na Boira de Palmanova, el lugar donde se produjo la explosión. El objetivo era triple: preservar las pruebas para que las analizasen los investigadores, asegurarse de que no existían más artefactos explosivos ocultos destinados a cazar a los agentes, equipos de emergencias y curiosos, y descartar que los terroristas todavía continuasen en las proximidades del lugar del crimen. A tal fin, se establecieron controles para impedir el acceso y vigilar todas las salidas del perímetro, y se ordenó a los residentes en viviendas y hoteles que no saliesen a la calle y permaneciesen dentro de los edificios.
Controles
Las medidas sucesivas fueron sellar el puerto de Palma de Mallorca y el aeropuerto internacional, establecer controles en las principales vías y autovías y someter a fuerte vigilancia el resto de puertos deportivos y los nudos de transportes y comunicaciones, así como revisar todos los alojamientos.
Para colaborar con los equipos terrestres, se pusieron en funcionamiento las patrulleras de la Guardia Civil y los helicópteros de este cuerpo. Todo este dispositivo de seguridad se sumó al que ya funciona desde hace días como preparación del terreno para la llegada vacacional de los Reyes a Marivent, que se producirá este próximo fin de semana.
El aeropuerto de Son Sant Joan quedó cerrado a las 16.00 horas, cuando después de ser controlado el pasaje despegó un avión de Ryanair con destino a Londres. El aeródromo mallorquín, que en julio y agosto se convierte en el más concurrido de España, con unos 90.000 pasajeros diarios, quedó sellado hasta las seis de la tarde. Durante ese tiempo sólo se permitió aterrizar a los 17 aviones que ya estaban en vuelo hacia la isla. Fue el plazo necesario para que las fuerzas de seguridad hiciesen las comprobaciones para concluir que esa no iba a ser la vía de escape inmediata de los terroristas. El cierre del aeropuerto se produjo cuando aún restaban 200 vuelos por ejecutarse y provocó retrasos y cancelaciones en varios aeródromos nacionales e internacionales. En concreto, retrasó en Palma 26 vuelos de salida y 21 de llegada.
La clausura temporal del Puerto de Palma también creó importantes problemas a miles de viajeros, la mayoría turistas extranjeros. El jueves es el día que llegan a la capital los cruceros turísticos internacionales, amarran por la mañana y descargan entre mil y cuatro mil pasajeros, que pasan el día por la isla de recorrido cultural. Lo habitual es que regresen al puerto y embarquen para cenar a bordo sobre las cinco de la tarde, pero este jueves no pudieron hacerlo hasta mucho después. También quedaron bloqueadas las líneas de ferry que unen Baleares con la península.
El único gran puerto que no cerró, aunque se redoblaron los controles de seguridad, fue el de Alcúdia, en el norte de la isla. Desde este emplazamiento salen los barcos que unen de forma regular Palma de Mallorca con Menorca. La razón de no sellar estas instalaciones fue que los agentes consideraron que los terroristas no habrían podido llegar a este lugar en tan poco espacio de tiempo, por lo que para evitar que fuese el lugar de fuga bastaba con endurecer los controles de acceso.
Se oyó desde la playa, a unos 500 metros, aunque la mayor parte de los que allí se encontraban fueron incapaces de imaginar la dimensión de la tragedia que estaba ocurriendo a sus espaldas. Los edificios situados en primera línea de costa les libraron de ver cómo saltaba por los aires el todoterreno de la Guardia Civil en el que los terroristas colocaron su bomba. Y, sobre todo, les ahorraron la escalofriante imagen de sus dos ocupantes muertos; los aterradores restos de un cuerpo destrozado, diseminados por el asfalto, entre los árboles, entre los coches cercanos.
El lugar elegido por los terroristas para acometer su último atentado está plagado de turistas. Menos, según los lugareños, de lo que venía siendo costumbre en años pasados, pero aún así poblado por ingleses y alemanes, que hasta ahora consideraban Mallorca su paraíso cercano. Es una zona hotelera, con pocas viviendas ordinarias. Pero tiene un algo de vida de barrio, porque a dos pasos del cuartel de Palmanova se encuentra un edificio que incluye oficina de correos, policía local y centro de salud. Fueron los sanitarios que allí trabajan los primeros en llegar después de oír la detonación.
Ni siquiera su profesión les hizo inmunes a lo trágico de la escena. En uno de los casos no pudieron hacer nada, más que mirar con horror. En el otro, intentaron la reanimación. En vano. Con lágrimas de impotencia las enfermeras relataban la situación. Y también con lágrimas en los ojos, aseguran algunos vecinos haber visto a varios guardias civiles que salieron del cuartel al oír la bomba. Tampoco a ellos el uniforme les sirvió para amortiguar el golpe.
Los daños son, primero, personales, pero también materiales aunque ahora no resulte tan evidente. El perímetro de seguridad se extendió ayer 2 kilómetros a la redonda. Los turistas, que tuvieron que permanecer encerrados en sus habitaciones, asomados inquietos a la ventana, mientras las fuerzas de seguridad rastreaban la zona en previsión de encontrar otro coche bomba en los aledaños, no lo olvidarán fácilmente.
Tampoco lo harán los que tuvieron que esperar horas en los aeropuertos, donde durante horas se cancelaron todos los vuelos con destino a Palma. Es un perjuicio incalculable, temían los hosteleros de la zona, en un año ya lastrado por la crisis.