Más tangible
Actualizado: GuardarHAY que seguir pensando que los actuales mandatarios de la Unión Europea (UE) no valen un duro. A qué vienen tantas prisas. ¿De dónde y por qué esas urgencias delatoras de aspectos oscuros que, esperemos finalmente, sean por aspectos de concretos de la coyuntura actual? Pero alguien del sanedrín burocrático del eje Bruselas/París debería ya estar explicando la posición de la UE con respecto al pueblo islandés.
Que, por cierto, es de las realidades nacionales más pequeñas de la Europa que surgió de la guerra de 1945. Porque la historia de Islandia recuerda a la de aquel que llegó a la cola de una taquilla de cine con muchas prisas y comenzó a repartir empellones para llegar antes a la taquilla. Claro, y los que están que trinan son los balcánicos, que forman cola ante las taquillas más de cinco años y van a ver pasar a los rubios islandeses que tan solo llevan semanas en la cola.
Lo que es mucho más tangible es ese cuarenta por ciento de portugueses que no le harían ascos a una posible unión federal con la vecina España. Tuviera que ver después de todo lo que se ha pasado en este país por los nacionalismos separatistas que la actual centuria alumbrara un Estado plurinacional en la península ibérica. Ya, desde luego, tiene que ver más de un incondicional del fútbol imaginándose una selección nacional con la formación vencedora de la Copa de Europa más Ronaldo Cristiano con el diez en las espaldas.
Ha sido el iberista y premio Nobel de Literatura, José Saramago, el que ha venido repitiendo estos últimos años la conveniencia de repasar la situación de los dos pueblos tras tantos años desinteresándose el uno del otro. Saramago lo dijo en Sevilla un 28 de Febrero (Día de Andalucía), fecha en la que le otorgaron la medalla de oro de la ciudad. Y dijo el ilustre portugués al recogerla: «Primero me siento portugués, después iberista y en tercer lugar andaluz». El teatro se venía abajo con las ovaciones y los aplausos.