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Un verano animado

'Up' encabeza desde hoy la oferta de una cartelera cinematográfica que no da tregua

OSKAR L. BELATEGUI
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Hubo un tiempo en que los cines sobrevivían en verano a base de reestrenos y programas dobles. Eran oasis de sueños compartidos que combatían el calor con aire refrigerado y celuloide rayado. La cosa cambió cuando Hollywood descubrió que en vacaciones hay más tiempo para ir a las salas. Y que los padres no saben muy bien qué hacer con sus hijos. Por eso las franquicias y los filmes de animación ya no se estrenan sólo en Navidad.

Up se erige desde hoy mismo en la película del verano. Gracias a Pixar, las cintas de dibujos no son sólo para niños. Si la media hora inicial de Wall-E parecía insuperable, esta fábula protagonizada por un anciano cascarrabias y un boy scout bobalicón rebosa humanidad, poesía y virtuosismo técnico. Arranca en un cine de los años 30, donde el protagonista ve un noticiario que le transporta a paraísos lejanos que jamás pisará. Hasta que en un arrebato de senectud hace volar su casa con miles de globos de colores sin saber que lleva a bordo un polizón.

Up se vende como el primer filme de Pixar en 3-D, pero su sentido de la espectacularidad remite a las aventuras clásicas y no a los parques de atracciones visuales en los que se han convertido los blockbusters. Baste como declaración de principios las secuencias mudas que, en apenas cinco minutos, repasan la anodina biografía de nuestro héroe. Los directores saben que el poder de ensoñación de las viejas películas familiares en Super-8 no tiene parangón.

Con mala uva

Up no es la única oferta animada de la cartelera: Ice Age 3. El origen de los dinosaurios sigue despertando la misma hilaridad que sus antecesoras con sus gags visuales. La sexta entrega de Harry Potter también es una apuesta segura para esquivar el sesteo mientras la chavalería vibra. No puede decirse lo mismo de Transformers 2, cuyos aparatosos efectos especiales aburren al cuarto de hora. Para los amantes de la intriga tradicional está el duelo entre John Travolta y Denzel Washington en la correcta pero previsible Asalto al tren Pelham 123. Y todavía quedan dos comedias con mala uva tan efectivas como Brüno y Pagafantas.

Salvo honrosas excepciones, el cine que viene en las próximas semanas apela al puro entretenimiento. Resacón en Las Vegas es la comedia sorpresa de la cartelera americana. No tiene estrellas en su reparto y está calificada para mayores de 18 años, un hándicap en taquilla. Las desventuras de un grupo de amigos que celebra una despedida de soltero en Las Vegas han despertado muchas más risas que la última astracanada de Will Ferrell, El mundo de los perdidos, donde viaja a la Prehistoria para encontrarse con dinosaurios y cavernícolas.

Nia Vardalos, que se hizo de oro con Mi gran boda griega, aspira a repetir el éxito con Mi vida en ruinas, una comedia que le devuelve a su país de origen. Y conviene distinguir dos largometrajes de título parecido: G.I. Joe dota de vida a unos muñequitos de acción de la misma compañía juguetera que los Transformers, mientras G-Force convierte en espías a unos conejillos de indias con la voz, entre otros, de Penélope Cruz.

Como no todo son palomitas, agosto también reserva dos perlas para los más cinéfilos. Lars Von Trier escandalizó en Cannes con Anticristo, el descenso a los infiernos de un matrimonio con escenas de sexo explícito. Dirigida por Michael Mann, Enemigos públicos se adivina la película de gángsteres definitiva, con Johnny Depp en la piel del mítico John Dillinger.