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Acabar con el terror

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El atentado perpetrado por ETA contra las viviendas de la guardia civil en Burgos pretendía provocar una masacre que milagrosamente no se produjo a pesar de la escalofriante explosión de la furgoneta-bomba colocada por los terroristas. Las numerosas personas heridas y el destrozo causado en las casas aledañas atestiguan la disposición asesina de una banda que trata de superar la extrema debilidad que padece mediante la perpetuación del terror. El hecho de que los activistas optasen por duplicar la matrícula de un vehículo propiedad de un vecino de la zona para eludir el sistema de seguridad del cuartel demuestra que la banda terrorista cuenta todavía con un operativo temible. La sociedad y las instituciones tienen motivos suficientes para considerar que ETA está abocada a su desaparición. Pero el riesgo que representa para la integridad de tantas personas obliga a las autoridades a redoblar los esfuerzos para acortar al máximo la vida de la banda terrorista. La estrategia contra el terrorismo corre el peligro de que las instituciones y la ciudadanía den por descontado el final de ETA en un plazo razonablemente breve sin percatarse de que la banda todavía cuenta con la fuerza suficiente como para causar un daño irreparable y, al mismo tiempo, perturbar el clima de unidad política en el que se mueve la lucha contra el terrorismo. De ahí que, junto a la acción que desarrollan las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, sea necesario optimizar las posibilidades de la cooperación internacional, tanto para desmantelar definitivamente las estructuras directivas del terrorismo ubicadas en Francia, como para reducir a cero la movilidad de las distintas vertientes de la trama etarra en el mundo. La unánime condena del atentado de Burgos por parte de las fuerzas democráticas ha dejado una vez más en evidencia los silencios y las interpretaciones justificatorias de quienes con razón se encuentran fuera de la Ley. Frente a ello, la constatación de que el terrorismo persiste 50 años después del surgimiento de ETA en ningún caso puede convertirse en argumento para que la sociedad y las instituciones pongan en duda la rectitud democrática de la estrategia que persigue acabar con el terrorismo mediante la radical deslegitimación del discurso urdido por los etarras para justificar su barbarie. Por esto resulta tan importante impedir que el terrorismo mantenga, todavía hoy, márgenes de impunidad simbólica para el enaltecimiento constante de los etarras. La constitución del nuevo gobierno vasco, presidido por Patxi López mediante un pacto con el Partido Popular, ha contribuido a una mayor sintonía en materia anti-terrorista entre las dos grandes formaciones. El obligado liderazgo asumido por el Ejecutivo vasco frente al terror y sus adláteres no puede ser excusa al nacionalismo democrático para distanciarse de un empeño común.