ETA intenta una matanza de guardias civiles
Un coche-bomba con 200 kilos destroza la casa cuartel de Burgos La explosión deja 64 heridos leves, seis de ellos, niños
| COLPISA. BURGOSActualizado:ETA quiso cometer ayer una matanza en el edificio que alberga la casa cuartel de la Guardia Civil de Burgos mediante una furgoneta-bomba cargada con más de 200 kilos de explosivo. Pero falló. La banda criminal puso todo de su parte para asesinar a las 117 personas que dormían en su interior, los agentes, sus parejas y 42 niños, pero las medidas de seguridad adoptadas por la Guardia Civil, el hecho de que la mitad del inmueble estuviese deshabitado por vacaciones y, sin duda, el azar evitaron que la tremenda explosión que sobresaltó la ciudad castellana lograse el objetivo de los terroristas.
Minutos antes de las cuatro de la mañana, sin previo aviso, la Mercedes Vito de los terroristas estalló, con un ruido atronador, pulverizó la fachada de catorce pisos de la casa cuartel y no dejó ni un cristal o un marco intacto en los inmuebles cercanos. Cuando comenzó a disiparse el humo, se podían ver desde la calle decenas de habitaciones de las catorce plantas al aire y un cráter de siete metros de diámetro y uno y medio de profundidad en el lugar donde estuvo aparcado el coche bomba. La explosión fue tan violenta que los restos calcinados, troceados y retorcidos del vehículo terrorista se localizaron horas después a unos 90 metros de distancia del punto de estallido.
El atentado, que tenía todos los ingredientes para haberse convertido en una masacre indiscriminada, se saldó con grandes pérdidas materiales, pero «tan sólo» con 64 adultos y niños heridos leves por cristales o pequeños impactos. La mitad de los lesionados son familias de la Guardia Civil y la otra mitad de vecinos de dos edificios cercanos, que también tuvieron que ser evacuados. Entre los heridos hay seis menores y dos mujeres embarazadas.
La propia Guardia Civil no fue ajena al fracaso de los terroristas. Las dos plantas inferiores de la casa cuartel, las más dañadas con diferencia del inmueble, las que recibieron de lleno toda la violencia del explosivo, estaban desalojadas desde hacía casi una semana. La razón era simple: el Ministerio del Interior había pedido extremar al máximo las medidas de seguridad ante la sospecha de que ETA se disponía a iniciar una campaña de grandes atentados con potentes coches-bomba. Otros dos hechos ayudaron también a minimizar los efectos del bombazo, según fuentes de la investigación. El primero, las vacaciones, que hicieron que más de la mitad de las 90 familias que ocupan el inmueble estuviesen fuera de Burgos.
El segundo, la construcción del edificio, con cimientos y esqueleto fuertes -que habían sido recientemente reforzados- pero fachadas y tabiques blandos, que cedieron ante la explosión y ayudaron a amortiguar el efecto devastador de la onda expansiva, que pasó a través del edificio.
Las tres notas positivas fueron, sin duda, un contratiempo para el comando terrorista, que planeó el atentado con total alevosía. Su objetivo evidente era causar el mayor número de muertos posible y no dar ni una oportunidad a sus víctimas. Por eso los terroristas cargaron el vehículo con varios centenares de kilos de explosivos, lo situaron lo más cerca posible de la casa cuartel y programaron el artefacto para estallar de madrugada, con los pisos llenos de gente y sin previo aviso.
Crueldad adicional
La especial crueldad de los terroristas cuando su objetivo es la Guardia Civil y sus familiares es indiscutible. Ayer, tras la devastadora explosión, a la mente de buena parte de los burgaleses vinieron los atentados de la década de los 80 contra los cuarteles de Zaragoza y Vic (Barcelona), con más de una docena de muertos y decenas de heridos, o el de Santa Pola (Alicante), en 2002, que voló el cuartel y asesinó a una niña y un adulto. Nunca avisan.
Tampoco lo hicieron ayer y en los otros tres coches bombas dirigidos a casas cuartel desde el final de la tregua: Durango (agosto 2007), Calahorra (marzo de 2008) y Legutiano (mayo 2008), donde segaron la vida al guardia Juan Manuel Piñuel.
Según han demostrado las grabaciones de las cámaras de seguridad, sobre las dos de la tarde del martes, dos etarras aparcaron la furgoneta-bomba, una Mercedes Vito, a unos 20 metros de distancia de la fachada trasera del bloque de pisos en el que viven los guardias civiles con sus familias. Es una parcela de tierra sin urbanizar que hay en la calle Jerez, donde los vecinos de la zona estacionan de forma habitual sus vehículos. Cerraron la furgoneta sin prisas y huyeron en otro coche, donde esperaba un tercer etarra.
Los servicios de vigilancia de la casa cuartel, durante los controles ordinarios que realizan a los vehículos estacionados, detectaron la presencia en el solar de la Mercedes Vito el martes por la noche, unas seis horas antes de la explosión, pero no les levantó sospecha alguna. Los terroristas se habían preocupado de colocarle matrículas falsas exactas a las de la furgoneta de la misma marca, modelo y color que tiene un vecino de la zona. El engaño de los terroristas era perfecto.
El ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, que acudió sobre las diez de la mañana al lugar del atentado, para comprobar los daños y solidarizarse con las víctimas, describió lo ocurrido con claridad: «Es una bomba que iba a por la Guardia Civil y sus familias. Por suerte, es un atentado fallido, porque buscaban víctimas mortales sin duda alguna». La potencia de la bomba y la falta de aviso lo convertían en un asesinato indiscriminado, que incluía a 42 niños, que lo hace «no sólo detestable sino que manifiesta un carácter especialmente canalla».
Más seguridad
Pérez Rubalcaba se mostró preocupado cuando afirmó que las características del atentado fallido apuntan a que ETA ha entrado en una nueva fase de «violencia sostenida y enloquecida», que pretende ocultar su gran debilidad y su situación de banda terminal. «Los demócratas sabemos que (los etarras) son unos asesinos y unos salvajes, pero ahora además sabemos que son asesinos, salvajes y enloquecidos, lo que les hace más peligrosos pero no más fuertes», aseguró el ministro.
Por otra parte, la AUGC, la principal asociación de la Guardia Civil, exigió al Ministerio del Interior la inmediata mejora de las medidas de seguridad de las casas-cuartel, los lugares donde viven los agentes con sus familias, para que dejen de ser «blancos operativos del terrorismo». El coche-bomba de Burgos es el octavo atentado que ETA comete este año y es el segundo artefacto que hace estallar este mes, cuando también voló la fachada de la sede del PSOE en la localidad vizcaína de Durango. La banda terrorista no había colocado un vehículo-bomba desde el pasado mes de febrero, cuando lo hizo estallar ante la sede madrileña de Ferrovial, situada en el Campo de las Naciones. El ataque a la casa cuartel de Burgos es el quinto atentado que la organización criminal comete contra instalaciones de las fuerzas de seguridad y del Ejército en la provincia castellana y leonesa.