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Varios meses de asedio y resistencia
El senador recibió hace tres meses una propuesta de la dirección del partido para una solución pactada pero la rechazó
| COLPISA. MADRID Actualizado: GuardarUn suspiro de alivio recorrió el PP de arriba abajo cuando, a primera hora de la tarde de ayer, trascendió la noticia de la dimisión de su polémico tesorero. Finalmente, el correoso Luis Bárcenas no resistió el asedio y Mariano Rajoy se cobró una nueva víctima, aunque con varios meses de retraso y un enorme desgaste político que, sin embargo, no se tradujo en la pérdida de votos. Por algo dicen que el líder del PP es de combustión lenta pero segura y, al final, resulta implacable con sus enemigos, de los que se deshace a base de mucho aguante.
El tesorero se resistió pero al final acabó por tirar la toalla sin que el Supremo se haya pronunciado todavía sobre su imputación definitiva. La elección del momento para presentar la renuncia es una incógnita que sólo los dos protagonistas de la decisión conocen pero el hecho es que tiene el mérito añadido para Rajoy de que no se produjo cuando hubiera querido el tesorero, aunque tampoco cuando quiso su partido que lo hiciera. «¿Pero por qué lo ha hecho hoy?», se preguntaba un perplejo parlamentario del PP, poco después de conocer la noticia.
La de ayer no es la decisión anunciada por Bárcenas sino la que se propuso el presidente del partido cuando dijo a todo el mundo que esta semana sería decisiva para la solución del conflicto. Todos en la dirección del PP esperaban el suplicatorio y la consiguiente renuncia del molesto tesorero pero el adelanto del acontecimiento cogió a todos por sorpresa.
«La situación para Luis (Bárcenas) era imposible por la presión de todo el partido y porque, aunque archivasen la causa que le afecta, no podría continuar porque ya nadie le quiere aquí», argumentó un miembro de la dirección. Su negativa a dejar el cargo obligó al PP a soportar la presión mediática que bloqueó su iniciativa política en los últimos meses y le granjeó la hostilidad de sus compañeros. «Yo no puedo hacer una rueda de prensa», se quejaba Rajoy a sus afines.
Defensa a ultranza
Cuando surgieron las primeras noticias de que las investigaciones del 'caso Gürtel' apuntaban al responsable de las cuentas del primer partido de la oposición, el líder del PP se impuso una estrategia de resistencia y defensa a ultranza de quien prestó servicios a la organización durante casi tres décadas. Tomó esta decisión una vez hubo comprobado que las finanzas del PP nacional estaban impolutas y perfectamente legales, y después de escuchar las explicaciones exculpatorias del tesorero que le presentó sus declaraciones de la renta.
Pero a medida de que los tribunales estrechaban el cerco sobre Bárcenas, aumentaba el asedio de su partido, donde ya no le quedaban defensores en las últimas semanas. Todos pedían su dimisión, en público y en privado, sobre todo desde que el diputado Vicente Martínez Pujalte rompió el tabú pronunciándose abiertamente a favor de una reflexión del tesorero sobre su futuro. Ayer, Pujalte declaró que la solución ha resultado «positiva para todos».
La cúpula del PP se dividió entre los partidarios de una actitud más exigente con el senador para obligarle a dejar el cargo y los que preferían esperar a que lo hiciera voluntariamente. Rajoy se alineó con éstos últimos. El presidente popular prefería una solución pactada, que acabó por conseguir aunque con retraso. Fuentes de la dirección aseguran que la renuncia «transitoria», para que se quedara al frente de las cuentas el actual gerente, fue una oferta que le hizo llegar el líder al tesorero hace tres meses pero que éste rechazó.
La salida pacífica que ahora acepta Bárcenas también ha permitido a Rajoy mantenerse dentro de la lealtad a la organización y las sucesivas direcciones, a las que prestó servicio en sus 28 años como gestor de las cuentas del PP.
El futuro del otro aforado popular del 'caso Gürtel', Jesús Merino, está en manos de su grupo parlamentario porque el diputado ya puso su cargo a disposición de la dirección. Fuentes parlamentarias indicaron que los tiempos del tesorero le incumben sólo a él mientras que las decisiones del grupo le corresponden a su dirección. Las fuentes indicaron que lo más probable es que Merino deje su cargo cuando el Supremo pida el suplicatorio al Congreso.