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Opinion

Violencia sin límites

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L a muerte de la niña dominicana María Mercedes de doce años a consecuencia de una puñalada en el corazón ejecutada por un desconocido en las escalera del propio domicilio de la menor en el barrio madrileño de Vallecas llenó ayer de conmoción a una familia sumida ahora en el luto y activa la alarma social ante un sangriento suceso que, a la espera de la investigación policial, parece inscribirse en el ámbito de la violencia de género. Porque el hecho de que en esta ocasión el arma homicida en manos de un agresor trastornado y sin compasión se haya llevado por delante la vida de una criatura de doce años aporta un elemento excepcional a la casuística de la violencia de género ampliando la ya compleja problemática del maltrato a un segmento de edad infrecuente. Los primeros testimonios apuntan la presencia de un hombre al que conocían de vista porque «se acercaba al domicilio» donde vivían la víctima y su madre. Pero, aunque se desconoce la relación que el desconocido agresor mantenía con la niña o con la familia, parece acreditado que formaba parte de entorno doméstico de ambas. La lucha contra la lacra del maltrato doméstico, además del instrumento nuclear de la legislación integral, ha ido incorporando nuevas medidas de prevención, protección e información dirigidas a las mujeres españolas o inmigrantes, amenazadas o no, dirigidas a perfeccionar la protección de la víctima y la vigilancia o neutralización del agresor. Paulatinamente parecen empezar a recogerse los frutos de este ingente esfuerzo. Pero sucesos como el asesinato de la niña María Mercedes obligan a revisar los protocolos en vigor porque los hechos demuestran que los agresores de género no encuentran límites ni barreras en la edad o condición de sus víctimas a la hora de perpetrar sus crímenes.