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La estrella sigue brillando

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E l ligero descenso de diez puntos de popularidad del presidente Barack Obama seis meses después de su llegada a la Casa Blanca tras la excepcional hiperactividad desplegada en el ámbito interno y la política exterior para intentar hacer frente a los monumentales retos que se acumulaban en su mesa refleja que, pese a no haberse cumplido aún las altísimas y a veces irreales expectativas que acompañaron a su elección, el pueblo estadounidense sigue depositando su confianza en él. En medio del vendaval de la crisis desplegando una política en ocasiones desequilibrada en su ímpetu intervencionista entre Wall Strett o las grandes corporaciones industriales, Barack Obama ha demostrado su determinación de afrontar los grandes problemas económicos tomando decisiones que, siendo eficaces, todavía no son suficientes. Pero su voluntad de cambio se mantiene irreducible y a través de gestos y decisiones -como la designación de la hispana Sonia Sotomayor como jueza del Tribunal Supremo- continua encarnando un futuro de superación de barreras raciales y unos cambios sociales que sin poner en riesgo los pilares del sueño americano, deben mejorar el precario estado de bienestar estadounidense. La tangible restauración de la reputación de Estados Unidos en el mundo plasmada en un aprecio global que abarca desde los países de la Unión Europea hasta los Africanos constituye uno de los éxitos más nítidos de una política que ha sustituido el unilateralismo de la anterior administración por una actitud integradora en el juego de la globalización de las potencias emergentes; y la habilidad de tender la mano a los estados más refractarios. El anti-americanismo está en retroceso incluso en países con pocas simpatías hacia EEUU porque el presidente ha sabido acercarse a musulmanes moderados, a los países iberoamericanos, y al continente africano actuando con inteligencia y pragmatismo ante amenazas y tensiones internacionales. Pero es en el frente interno donde el indudable cambio de estilo de Barack Obama está encontrado mayores dificultades para imprimir transformaciones en la política doméstica sanitaria, educativa, o social. Su teórica mayoría en las dos Cámaras del Congreso está ofreciendo serias resistencias a secundarle en temas capitales como el proyecto estrella de la reforma sanitaria en que hasta 52 congresistas demócratas se han rebelado contra sus planes. La compleja reforma del sistema sanitario, actualmente articulado a través de un sistema de mutuas caro y poco eficaz, se enfrenta a los poderosos lobbies de empresas médicas y aseguradoras, que no quieren renunciar a sus prerrogativas actuales y que han encontrado en los republicanos los perfectos aliados para intentar convertir este dossier en el Waterloo del presidente. Seis meses después de tomar la riendas del país Barack Obama deberá realizar algunos ajustes necesarios en su política pero pese a algunos claroscuros su estrella todavía brilla con fuerza.