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Pedaladas de emoción
En cualquier época del año es posible practicar el ciclismo, pero es el verano la etapa reina de este duro deporte
| JEREZ Actualizado: GuardarEran las cinco de la tarde cuando se desató la tormenta. Los truenos salían de la bicicleta del ciclista español Alberto Contador, que parecía tener pólvora en las piernas. Subía por las montañas alpinas dejando atrás a un Armstrong -ganador hasta en siete ocasiones de la carrera gala- que entregaba la cuchara y reconocía la supremacía de este chico de Pinto que tiene ahora en sus manos el trono del ciclismo mundial.
Mientras los disparos sonaban en las cumbres francesas, Antonio derramaba una pequeña lágrima ante el televisor. Ya se sabe que el ciclismo forma también parte de nuestro verano particular. Veranos de Verano Azul, de encierros matutinos en Pamplona y de ciclismo del Tour de Francia. Si faltara algún ingrediente en esta salsa, ya no sería lo mismo. Forman parte de la fisonomía del calor.
Antonio dejaba caer una lágrima porque dice que lleva el ciclismo muy adentro. No pertenece a ningún club ciclista ni lo practica profesionalmente ni pretende ser Alberto Contador. Sólo se sube a su bicicleta al menos cuatro veces por semana y se pierde por el asfalto en escrupulosa soledad. Como el rezo diario de un fraile. «Esto te tiene que gustar mucho porque se sufre. Es un deporte duro, donde en muchas ocasiones te montas en la bicicleta para pasarlo mal», argumenta.
Antonio no tiene apellido, ni tampoco rostro. Prefiere pasar desapercibido entre el calor del verano. «Montar en bicicleta de forma amateur es un peligro. Hay muchos conductores que no tienen un mínimo de consideración con nosotros. Desde aquí hago un llamamiento para que se nos respete un poco, que tampoco molestamos tanto», asegura.
Antonio hoy es nuestro protagonista. Un ciclista anónimo que el pasado domingo derramó una lágrima ante el televisor porque Contador había enterrado al mito americano. Y lo hizo con la pólvora que salía de sus piernas una tarde cualquiera en el Tour de Francia. Casi nada. Antonio de todo esto entiende un rato.