Washington protagoniza este remake dirigido por Tony Scott. / LA VOZ
DENZEL WASHINGTON ACTOR

«Soy una persona normal con una casa de muy buen tamaño»

El neoyorkino encarna en 'Asalto a Pelham 123' a un ciudadano del montón que se ve involucrado en una situación extrema

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Denzel Washington aparece vestido con un impecable traje negro y una corbata a rayas. El actor neoyorkino, de 54 años, está promocionando su nuevo filme, Asalto a Pelham 123, donde comparte protagonismo con John Travolta y donde vuelve a ponerse a las órdenes de su director favorito, Tony Scott. A lo largo de su extensa y exitosa carrera ha interpretado personajes ambiciosos, como Malcolm X. Una de sus virtudes más acreditadas -tiene en su haber dos Oscar al mejor actor y al mejor intérprete de reparto- es el de resultar absolutamente creíble cuando encarna a un individuo del montón. Esto es aún más palpable en Asalto a Pelham 123, el remake del filme que en 1974 protagonizaron Martin Balsam y Walter Matthau.

-¿Hasta qué punto se involucra en una película cuando rueda?

-Con Pelham 123, desde el principio. Le dije al director que no quería ser policía. Propuse que pensáramos en alguien que no era hábil con las armas y no sabía nada de ese mundo. Después, investigando, encontramos que la historia de esta película estaba basada en una persona a la que realmente sobornaron y cuya personalidad era muy parecida a mi personaje.

-¿Cree que era necesario volver a contar esta historia?

-Yo no he visto la película en la que está basada esta versión. Por eso sólo puedo hablar de mi trabajo. A mí me gusta la gente normal en circunstancias extremas. Por eso me encanta mi personaje. Un paria que, al final, no quiere acabar en héroe.

-¿Qué fue lo que más le gustó de su papel?

-La idea de que Garber nunca hubiese empuñado un arma, porque es la mejor muestra de que se trata de un hombre común en una situación extraordinaria.

Preparación

-¿Tuvo que entrenarse de alguna manera especial?

-No tuve que hacer nada extraordinario. Simplemente me dediqué a comer mucho y a ponerme jerséis que me quedaran apretados. Eso ayudó a que se me cayera el café encima unas cuantas veces. Yo quería que este personaje no se pareciera en nada al de Inside man, en donde hice de un policía especializado en tomas de rehenes. Meses antes de que comenzáramos a filmar me fui al centro de control de la MTA, la entidad que está a cargo del Metro de Nueva York. Era diez veces más grande que el set en el que filmamos la película. Durante mucho tiempo fui regularmente a visitar el lugar, a familiarizarme con la gente que trabaja allí.

-¿Conocía a John Travolta antes de empezar el rodaje?

-La química entre nosotros surgió antes de que compartiéramos plató. Es cierto que filmamos mucho tiempo sin vernos, pero fue como un cortejo a la antigua a través del teléfono. Fuimos desarrollando una relación a larga distancia. Uno va aprendiendo a conocer a la otra persona, entonando canciones, contando bromas o compartiendo melodías de Broadway. Yo le decía: «Buenos días, señor Travolta». Y él me respondía: «Buenos días, señor Washington». Y a partir de ahí nos pusimos a hablar. Fue una colaboración muy saludable.

-¿Es cierto que una de las razones por las que aceptó rodar esta película fue por volver a trabajar con Tony Scott?

-Sí, es cierto. Me encanta trabajar con Tony, con quien ya he rodado otros tres filmes: Dj Vu, Man on Fire y Crimson Tide Compartir cartel de igual a igual con Travolta me produce una gran satisfacción.

-¿Cómo logra mantener los pies sobre la tierra después de ser uno los actores más admirados de Hollywood?

-No lo sé. Soy una persona normal y corriente que ha llegado a ser estrella de cine. Hoy es la primera vez que concedo una entrevista desde hace un año y medio. No vivo como una estrella sino como una persona normal que tiene una casa de muy buen tamaño. No sé qué patrones debería seguir para vivir como una estrella. Tampoco me lo planteo.

-¿Siente la responsabilidad de ser un ídolo, un hombre admirado?

-Si influyo, mi deseo es que sea para bien. Hay demasiados problemas en el mundo y mis preocupaciones se dirigen más a lo que le ocurre al mundo que lo que me ocurre a mí. Yo no necesito nada, tengo lo que necesito. El otro día estuve hablando en una escuela primaria y les pedí a los chicos que repitieran esta frase: «No importa lo que tengas sino lo que vayas a hacer con lo que tengas». Todos tienen habilidades y talentos, algunos tienen dinero. Y ser enfermera es tan importante o más que ser actor. A mí me inspira mucho más la gente que me rodea que cualquier estrella de cine.