ANÁLISIS

Ante el Rubicón

| ABOGADO Y PERIODISTA (LOS ÁNGELES. EE UU) Actualizado: Guardar
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H an pasado apenas seis meses desde la llegada de Barack Obama al poder y el presidente de Estados Unidos ya ha llegado a la orilla de su Rubicón: la reforma del modelo sanitario. De que logre cruzarlo victorioso dependerá no sólo gran parte de su futuro político, sino, también, la salud de millones de estadounidenses y la posibilidad de poner las riendas a un déficit público desbocado. Hace casi veinte años, Bill Clinton fracasó en el intento. Pero las cosas han cambiado mucho desde entonces. Embarrancado en la crisis económica más profunda de las últimas décadas y con la clase media caminando a duras penas sobre el filo de la navaja, EE UU no puede permitirse dejar pasar este tren.

Obama lo sabe y por eso la reforma sanitaria, junto con la energética, se convirtió en una de las propuestas angulares de su programa electoral. Inicialmente parecía que su táctica de abrirse al diálogo bipartidista y de incluir a todos los agentes implicados en la reforma de la salud iba a reportar frutos. Pero los 'lobbies' que más se lucran con el sistema actual empiezan a lucir los dientes. La facción conservadora del Partido Demócrata, los alegóricos 'blue dogs' (perros azules), se resiste a cumplir los plazos exigidos por Obama para la tramitación de la reforma. Al mismo tiempo, los republicanos presionan con campañas publicitarias dirigidas a minar la confianza del público norteamericano en los cambios. El presidente de EE UU se enfrenta no sólo a las fuerzas del 'statu quo', sino también al escepticismo atávico de los estadounidense ante una sanidad pública. «(La reforma) no es para beneficiarme yo», dijo Obama el miércoles, en respuesta a la amenaza republicana de convertir este tema en el Waterloo político del presidente. «Yo ya tengo un seguro médico excelente, lo mismo que todos los congresistas». Con una valoración todavía elevada, cercana al 60%, el dilema es si debe utilizar su popularidad y la mayoría demócrata para apalancar una transformación profunda o si le conviene políticamente mantener el espíritu de consenso, aun diluyendo los cambios. Las miradas de todo el país recaen sobre él, no sólo de los 47 millones de ciudadanos sin seguro (14.000 nuevos cada día) y de los millones de familias al borde de la quiebra por el coste de la sanidad. Obama ha llegado y ha visto. La cuestión es si vencerá.