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La madre de la menor mauritana niega que la amenazara tras el juicio

Las protestas por la condena que pesa sobre ella se reprodujeron ayer en los juzgados de Puerto Real, donde acudió a declarar

S. TUBIO
| CÁDIZActualizado:

El peregrinaje del matrimonio mauritano, procesado por delitos de agresión sexual, coacciones y amenazas sufridas por una de sus hijas, aún no ha concluido. La madre de la menor, Hawa Mint Cheik, acudió ayer a los juzgados de Puerto Real para declarar sobre el incidente ocurrido antes de Semana Santa en el instituto donde cursa estudios la joven. La Fiscalía la denunció por haber violado la orden de alejamiento y haberla amenazado en el centro escolar.

Hawa Mint Cheik, acompañada de su letrado José Álvarez, aseguró ante la jueza del nº 1 que acudió al instituto por expreso deseo del director, quien la había citado para entregarle una documentación de otro de sus hijos, que ahora vive en Mauritania. «Hemos presentado certificados de que mi cliente fue llamada por la dirección. Y sí, ella la vio, pero no se acercó y ni siquiera la miró», decía a la salida de la comparecencia su abogado.

En el interrogatorio, que duró poco más de una hora, no estuvo presente el Ministerio Fiscal y al término de la sesión la jueza no dictó ninguna medida cautelar en este procedimiento, que es independiente del que se juzgó en la Audiencia Provincial y que está a la espera de que el Supremo ratifique o revoque la sentencia. En los próximos días, la instructora decidirá si archiva las diligencias, las resuelve por el trámite del juicio rápido o mediante procedimiento ordinario.

«Hoy se ha demostrado que esto fue una denuncia de la supuesta familia de acogida para presionar tras el juicio y conseguir que mi cliente ingresara en prisión», señaló José Álvarez. La menor aseguró que su madre se dirigió en tono amenazante, pero que no entendía nada porque no habla la lengua materna.

La situación de Hawa Mint Cheik es delicada, ya que pesa sobre ella una condena de 17 años de prisión por colaborar en la violación sufrida por su hija a manos de su esposo, según el relato de la sentencia de la Audiencia. Pero este fallo judicial aún no es firme. «Estoy muerta en vida. Ya me han matado dos veces y no se qué más quieren», aseguraba la procesada. Una vez más un grupo de mauritanos volvió a pedir con pancartas el respeto a su tradición. Esta familia siempre ha defendido que su caso ha sido fruto de un choque de culturas al no entenderse que su hija, con 13 años, se casara con un primo en Mauritania. Un enlace que no ha sido enjuiciado en España, aunque la menor aseguró que la habían forzado a contraer matrimonio.