PAN PARA HOY

Oé, oé, oé...

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A falta de más pruebas concluyentes se puede determinar que el mundo es de y para los aficionados. No sólo lo digo yo, no, lo confirman constantemente los futbolistas en las ruedas de prensa: «nuestra afición se merece todo»; «por esta afición merece la pena seguir ganando millones a mansalva», etc... Olvidémonos del uso despectivo del término, que también lo tiene, y centrémonos en el significado que define aficionado como alguien que siente afición por una determinada actividad. Ayer mismo, conocíamos la noticia de un australiano aficionado a la astronomía que descubrió un impacto en Júpiter producido por un asteroide o cometa del tamaño de la Luna. Este hincha de la astronomía casera, Anthony Wesley para más señas, no contento con anticiparse a la NASA en pleno con su descubrimiento, cuelga en su blog una fotografía tomada con su telescopio casero. Supongo que habrá habido alguna llamada de Obama a la agencia espacial pidiendo explicaciones al respecto. Hombre, hay que entender que la NASA es humana, es decir, que está gestionada por humanos, al menos, de momento. Y a nadie se le escapa que, estos días, ha estado inmersa en la celebración de la llegada del hombre a la Tierra; hace cuarenta años enviaron a tres incautos a la Luna y, contra todo pronóstico, volvieron sanos y salvos.

Es un hecho que, por lo visto, merece dejar de mirar los telescopios por unas horas para centrarse en las constelaciones de canapés. Todavía tienen el susto reflejado en la cara el Armstrong y sus colegas, hasta ellos mismos pusieron tres cruces en la porra, antes de subirse al cohete. Pero claro, aquellos futuristas primitivos, con ordenadores de bombillas y cables gordos como colas de lagarto, a falta de gigas y megas, seguramente tenían afición, como el amigo australiano, y eso les salvó. Cualquier día de estos un aficionado nos saca de la crisis y acaba con la gripe A en una tarde de inspiración. Pasen buen día.