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El gran salto de Unicaja

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U nicaja se ha convertido, cumpliendo expectativas, en la referencia de la reordenación del sistema financiero andaluz además de marcar la pauta para el cambio inevitable de escala que ya abordan otras entidades españolas como Sabadell, Manlleu y Tarrasa en Cataluña. El viejo proyecto de la Junta de Andalucía para la concentración de un sistema demasiado atomizado compuesto por entidades sin suficiente musculatura al fin vislumbra un horizonte racional con dos o tres polos sólidos; y Unicaja, con la incorporación de Cajasur y Caja Jaén, es el primer hito a la espera de los movimientos regionales o supraregionales que puedan adoptar otras entidades de dimensión media que completen el mapa. Las fusiones solventes, sin riesgos para los impositores y sin motivaciones políticas inquietantes, deben marcar el calendario inmediato.

La crisis se ha convertido en el aliciente necesario para mover fichas que durante la última década han permanecido enquistadas a pesar de que la Junta tomó la iniciativa adecuada, con Magdalena Álvarez al frente de la Consejería de Economía y Hacienda, para anticiparse y crear entidades capaces de afrontar desafíos económicos de escala y situaciones críticas. Ahora Unicaja se convierte en una potencia, como quinta entidad nacional, avalada por los datos: 53.000 millones de euros en activos, casi doblando la cifra obtenida por Cajasol (28.000 millones), 1.500 oficinas y nueve mil empleados. Braulio Medel se anota un doble éxito: haber sacudido el herrumbroso sistema financiero andaluz y haber logrado consolidar una entidad que ya se coloca en el ranking entre las grandes. Este movimiento se inscribe en la lógica del sector abocado a una reconversión inevitable, que va a pasar necesariamente por un reajuste del negocio, finalizada la etapa de alegrías en la concesión de préstamos y la baja morosidad, y por la concentración de entidades ante la compleja y difícil viabilidad, en un ciclo recesivo como el actual, de un modelo financiero integrado por 49 bancos, 46 cajas de ahorro y 90 cooperativas de crédito. Es cierto que el sistema español ha dado prueba de una fortaleza y estabilidad superiores al de otros países de nuestro entorno, pese a la intervención del Banco de España en Caja Castilla-La Mancha y los problemas de solvencia que han aflorado en algunas entidades; entre ellas, la cordobesa Cajasur, lo que seguramente obligará a recurrir para asegurar la fusión al Fondo de Garantía de Depósitos o al Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) recientemente aprobado. Pero son esas dificultades las que hacen ineludible el reacomodo del sector y la reducción de sus actores; el último reflejo de los escollos existentes ha sido la decisión del Banco de España de suavizar las provisiones con que las distintas entidades están obligadas a cubrir la potencial morosidad de los créditos que conceden, una medida que viene a admitir el riesgo de estrangulamiento que pesa sobre algunas de ellas. Es deseable e imprescindible que la reordenación del sector prime criterios de viabilidad en el negocio y complementariedad antes que los meramente geográficos o de oportunidad política.