longevos
Actualizado:De vez en cuando muere el hombre más viejo del mundo, aunque cada vez sea un hombre diferente. De vez en cuando muere la mujer de más edad, que suele ser asimismo la persona más longeva del planeta. Siempre hay un hombre más viejo del mundo y una mujer más vieja aún, desde que la editorial Guinnes se empeña en saber quién es y dónde está. Los medios de comunicación entran en el juego. Compiten por desbancar al último rey de la supervivencia con el hallazgo de alguien más provecto aún. Y la gente tiene un interés grande por conocer a los más longevos, ya que, ingenuamente, muchos esperan obtener de ellos el secreto de la longevidad.
Gertrude Baines nació en 1894 en Georgia y ha vivido para ver un presidente afroamericano. Sucedió a María de Jesús dos Santos, muerta en enero a los 115 años de edad. En su inocencia, Baines afirma deberle su larga vida a Dios, a que nunca ha bebido, nunca ha fumado y nunca ha hecho tonterías. En cambio Henry Allingham, veterano de la Primera Guerra Mundial fallecido el sábado con 113 años, atribuía su longevidad al tabaco, el whisky y las mujeres. María Díaz Cortés, de etnia gitana, no entró en el libro Guinnes de los récords, pero su familia guarda copia de un carné de identidad según el cual cumplió 117 años antes de morir en abril de 2009, a pesar de haber vivido siempre en chabolas y casas prefabricadas sin cuarto de baño ni agua corriente. Tomoji Tanabe, que se fue en junio para dejarle a Henry Allingham su reinado de un mes, era de los que no bebían ni fumaban, mientras que la reina madre de Inglaterra, que alcanzó la edad de 102 años antes de fallecer, se tomaba cada día una (o más) copitas de ginebra. Son precisas unas condiciones mínimas para que la vida se prolongue. El entorno cuenta, desde luego, Pero Robert Young, científico y asesor de Guinness, resume así lo que tienen en común todos los longevos: «Vivir tanto tiempo equivale a ganar la lotería genética».