Rodríguez Zapatero rodeado de los miembros de la ejecutiva socialista tras el congreso celebrado el pasado año. / AFP
ESPAÑA

La ejecutiva del PSOE pierde fuelle un año después de su último congreso

Nadie pone en tela de juicio el trabajo de Leire Pajín, pero los críticos lamentan su falta de experiencia

| COLPISA. MADRID Actualizado: Guardar
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El acuerdo sobre la financiación autonómica ha proporcionado un balón de oxígeno a José Luis Rodríguez Zapatero. Pero en la trastienda del PSOE quedan asuntos pendientes; problemas de funcionamiento interno que, a juicio de muchos dirigentes acabarán por lastrar al partido ante futuras contiendas electorales. «Tenemos que espabilar mucho», coinciden críticos y 'zapateristas'. Las miradas se dirigen hacia el presidente, pero también hacia la novel ejecutiva.

Un año después del 37 congreso federal, sobre la dirección capitaneada por la secretaria de Organización, Leire Pajín, se mantiene la obligación de demostrar su valía. Si, en lugar de recortar la distancia, el PSOE hubiera ganado las europeas todo habría sido distinto. Pero no fue así, y se destapó la caja de los truenos. Sobre todo, porque cundió la sensación de que nadie ha hecho un análisis crítico de lo ocurrido.

En la ejecutiva admiten que se ha podido dar esa imagen. Sólo ha trascendido el estudio del secretario de Ideas, Jesús Caldera, y su solidez fue puesta en cuestión. Aseguraba que todos los Gobiernos europeos se habían resentido por la crisis; constataba que el voto de izquierdas está dividido y concluía que de haber unas generales el PSOE habría ganado. No más de una decena de páginas.

Los afines a Pajín sostienen que los análisis se han hecho aunque no sean públicos. Pero los más experimentados confiesan que las cosas no funcionan como antes, que se ha perdido eficacia.

La última remodelación gubernamental en Semana Santa sirvió para reforzar al Ejecutivo, algo que muchos en el PSOE reclamaban. Siempre se reprochó a Zapatero que se rodeara de técnicos o, aún peor, de «Aídos», como decía con colmillo retorcido un colaborador del presidente. Pero se vistió un santo (y a medias) para desvestir otro. «El presidente (Manuel Chaves), el secretario general (Zapatero) y el vicesecretario (José Blanco) están en el Gobierno y eso ha debilitado la imagen de la ejecutiva», dicen. Nadie ha tomado el relevo y los nuevos secretarios no tienen apenas proyección.

No todo son reproches. A juicio de no pocos dirigentes, a diferencia de González, Zapatero no se ha desentendido del partido y acude a las reuniones de la dirección. El jefe del Ejecutivo ha encargado «proyectos», entre ellos, el plan para las grandes ciudades, donde los socialistas tienen una vía de agua, sobre todo en Madrid y Valencia, dos territorios crónicamente adversos. «Como idea está muy bien -concede un dirigente- pero esos planes no existen».

Experiencia

Sobre todo planea la juventud de una Leire Pajín en período de consolidación, pero que ha llegado para quedarse; al menos, mientras Zapatero sea secretario general. Cuando Blanco, ya ministro de Fomento, afirmó en un desliz que volvería a asumir la estrategia electoral en 2011, en algunos despachos de Moncloa se oyó una voz de advertencia: «Yo que Pepe me andaría con cuidado porque si el presidente tuviera que elegir, lo tendría claro».

La capacidad de la dirigente no está en cuestión, inquieta que, en un momento difícil, no haya al frente del partido alguien más experimentado. Tampoco ayuda el hecho de haber sido designada a dedo por el líder. «En su día hubo quien cuestionó a Pepe, pero él solo había ganado un congreso con un móvil y eso le daba una legitimidad», señala un miembro de una ejecutiva territorial.

El curso político terminó además con mal sabor de boca. La victoria en Euskadi no logró eclipsar la derrota electoral de Galicia, la ventaja del PP en las europeas, ni las agónicas negociaciones parlamentarias de José Antonio Alonso, que carecía de experiencia parlamentaria. Afloró la depresión y las voces críticas comenzaron a sonar. «Cuando no hay harina, todo es mohína», ironizaba un hombre próximo al secretario general.