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El Sive bajo la lupa

Nueve fallecidos y 152 inmigrantes rescatados en dos semanas revelan el mayor repunte de pateras desde que se instaló el Sistema de Vigilancia de la costa

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Sombras y ángulos ciegos. Zonas muertas, llenas de muerte: la del centenar de inmigrantes que han naufragado en su intento de cruzan el Estrecho en el último mes. La ceguera parece aquejar al Sistema Integral de Vigilancia Exterior, el Sive, con el que el Gobierno controla la frontera más difícil de vigilar: la marítima.

Hasta ahora el sistema era reconocido por su eficacia y por la importante apuesta tecnológica y de inversión, que suponía el blindaje de la costa. El despliegue en 2004 del Sive por la costa gaditana (en 2002 se hizo una experiencia piloto en Algeciras) representó, de hecho, un punto de inflexión en la llegada de pateras. Y el porcentaje se redujo de forma drástica. O más bien, cambiaron las rutas: se orientaron a las Islas Canarias y a las provincias de Almería y Granada. Cádiz, no obstante, seguía recibiendo embarcaciones. El campo de vigilancia de los radares siempre estuvo plagada de ángulos muertos y sombras, que han sido aprovechados continuamente sobre todo por las mafias dedicadas al narcotráfico. A veces también los pateros. Así lo admitía recientemente la Subdelegación del Gobierno, que explicaba que «el sistema no puede detectar todas las embarcaciones del Estrecho porque es uno de los puntos con más tráfico marítimo del mundo».

Falta de personal

Sin embargo, tras el trágico naufragio del 29 de junio, del que se rescataron 10 cuerpos muertos y 15 supervivientes (se estima 15 muertos más), ha sido el propio Gobierno el que ha reconocido que el sistema adolece de «fallos». Los radares no avistaron la lancha a pesar de hundirse en aguas españolas, a escasos metros de la costa. Por lo que el Sive se someterá a una investigación de la Guardia Civil: quizá alguien no lo vio en las pantallas o hubo una deficiencia de las tecnologías.

Tanto una como otra carencia han sido denunciadas ya en anteriores ocasiones por diversas voces tanto del plano político, por la oposición al Gobierno del PP, como desde la Guardia Civil, que a través de asociaciones de efectivos como la AUGC advierten de una preocupante falta de personal: «Por un lado tenemos la cámara, los sensores, de movimiento y de calor..., una tecnología punta, pero en la central falta quien las controle», explican desde la AUGC. Fuentes de la Benemérita también reconoce que adolece de un deficiente mantenimiento de las estaciones fijas, que debe ser continuo para reparar cámaras muy sensibles a las condiciones climatológicas. El anuncio por parte de Interior de la instalación de dos nuevas estaciones fijas en la desembocadura del Guadalquivir a partir del próximo año puede suponer una mejora de las instalaciones y ampliar el campo de acción hacia la costa noroeste, donde el Sive llega sólo con estaciones móviles y las patrullas de la Guardia Civil, que forman parte del dispositivo.

Más pateras este verano

A pesar de la trágica muerte de personas en la costa, apenas unos días después tres nuevas pateras llegaban a la costa gaditana. Parece no haber miedo, aunque más bien éste es compensado por la desesperación. Un inesperado repunte de esta macabra actividad, que ha llevado a rescatar a un total de 152 personas. La climatología benigna del verano hace prever la llegada de nuevas embarcaciones. La climatología benigna del verano hace prever la llegada de nuevas embarcaciones.

Más allá de la polémica sobre si el Sive tiene zonas de sombra o a las nuevas técnicas que emplean las mafias, esta crisis arroja un debate novedoso. «La sociedad ya no se conmueve al ver a gente perder la vida en su intento por alcanzar una vida mejor». Esta reflexión la realiza José Chamizo, Defensor del Pueblo Andaluz. Añade que siente «enfado personal» cada vez que naufraga una patera, porque considera que se trata de «muertes programadas».

Chamizo, en este contexto, califica de «vergonzosa» la «respuesta» de la Unión Europea, al tiempo que critica a Marruecos por «no controlar» la salida de embarcaciones hacia España. Recuerda que un mayor control en los países de África ha supuesto un descenso notable de las pateras que llegaban a Tenerife.

Nieves García, quien lleva 21 años denunciando este drama que tiñe de muerte las costas gaditanas responsabiliza también a los gobiernos de la UE que, a su juicio, han cometido la aberración de catalogar a una persona de «ilegal», por el mero hecho de carecer de documentación. Nieves es militante activa de la Asociación Pro Derechos Humanos (APDHA) en Tarifa.

Nieves entiende que la Ley de Extranjería, tanto la actual como las anteriores, es en parte responsable de tanta fatalidad. «Se criminaliza a un ser humano por no tener papeles, algo que no deja de ser una falta administrativa», comenta esta licenciada en Geografía e Historia, profesora de instituto y luchadora incansable por los derechos de estas personas, que desafía la Ley dando cobijo a los inmigrantes que vagan por playas o campos. «Lo hago por justicia, porque tras estar a punto de morir, el Gobierno los mete 60 días en cárceles y los deportan, a veces a países que no son ni el suyo». La APDHA estima que, en las dos últimas décadas, el Estrecho ha sesgado la vida a más de 7.000 emigrantes y en los últimos diez años, el negocio del tráfico de personas ha podido generar 2.000 millones de euros, a razón de entre 500 y 3.000 euros por emigrante.

Vocación de auxilio

Daniel Iglesias intenta contar supervivientes. A sus 28 años, es director del Equipo de Respuesta Inmediata y Emergencias de la Cruz Roja en Tarifa, cuyas manos son las primeras que auxilian a miles de hombres, mujeres y niños, desfallecidos y asustados, tras más de siete horas hacinados en una embarcación pensada para cuatro personas, pero que transporta a 40.

Dedica su vida a salvar vidas, aunque por desgracia también su trabajo capea con la muerte. El primer cadáver de un emigrante lo sacó del agua con 15 años. «Antes, todo se improvisaba, la gente del pueblo se echaba a la orilla con mantas, ahora tanto los Cuerpos de Seguridad del Estado como la Cruz Roja estamos mucho más preparados», explica.

Muertos sin nombre

Una vez al año, en el cementerio de Tarifa se organiza un acto en recuerdo de las víctimas de esta sinrazón. Existe una fosa común y varios nichos con una misma inscripción: «Inmigrante fallecido en El Estrecho» y el año de la muerte. Francisco Salvatierra asiste al nuevo repunte de muertes con preocupación. Lleva pocos meses como sepulturero y le entristece que los familiares de estos difuntos ni siquiera sepan que no siguen con vida. El protocolo dice que, cuando se da sepultura a un subsahariano, hay que colocar el cuerpo mirando al sol, orientado hacia La Meca.