Un baño en el Baluarte de Candelaria

Para bucear por ese mar no hacen falta máscara ni botellas. Fernando Baños (Mairena del Aljarafe, 1948) se ha encargado de llevar a las paredes del Baluarte de la Candelaria los caballos de mar, los rodaballos, medusas, cangrejos, tiburones y las algas. La alcaldesa Teófila Martínez, y el teniente de Alcaldesa, Juan José Ortiz, como curiosos buceadores, fueron los encargados de abrir las aguas de la muestra central del recinto para este verano.

Las formas que componen en diferentes proporciones todos los objetos de Baños son sus sinuosas esporas. Representan, al fin y al cabo, el germen formal de todas sus obras, como el mar lo es de toda la vida del planeta. Baños investiga esa faceta del mar como cuna, líquido amniótico, el caldo de cultivo del que viene todo lo demás. Y en el origen de todo, la espora. Es «El movimiento de base, la forma orgánica como pretexto, la espora como signo y símbolo de vida». Así reza la leyenda de una de sus obras, el leiv motiv de todo el trabajo de Fernando Baños, que comenzó a experimentar con sus las formas de las esporas en 2005.

Y finalmente se centró en el mar, quizás volviendo también a sus orígenes. Pese a haber nacido en Sevilla, siempre que pudo, Baños regresó a Conil y se empapó de las formas submarinas que pueblan las paredes del Baluarte.

«Siempre me llamó la atención el mar, ese mundo que existe bajo la superficie, todo ese universo sugestivo, elegante y siempre misterioro», admite el autor.

No busquen en el resultado de aquella obsesión una coherencia en las técnicas, sino en las formas. «Ahora se hacen barbaridades en el arte, pero a mí me sigue interesando la estética», asegura al paso de un rosario de métodos. Serigrafías, óleos, esculturas, dibujos en papel... Al fin y al cabo, la vida se abre camino de mil maneras posibles, esta vez bajo el mar de las paredes del Baluarte.

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