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El conflicto con los uigures sitúa a China en la diana islamista
El Gobierno de Pekín teme atentados contra sus intereses en países musulmanes
| PEKÍN Actualizado: Guardar¿Será el próximo 11-S en China? Así lo han deseado en los últimos días algunas páginas web islamistas, que han colocado al régimen de Pekín en el punto de mira del terrorismo integrista por la revuelta uigur en Xinjiang y su posterior represión por parte del Ejército.
Desde los graves enfrentamientos del día 5 entre uigures musulmanes y chinos de la etnia han -la mayoritaria en el país y que ha colonizado Xinjiang-, la cifra oficial de muertos asciende a 192 personas, mientras que los heridos y detenidos sobrepasan el millar. Aunque Pekín insiste en que la mayoría de las víctimas son han atacados por los uigures, en los países islámicos se ha desatado una corriente antichina y ha habido incluso llamamientos a la yihad.
Una consultora de Londres, Stirling Assynt, ha advertido a sus clientes de que Al-Qaida podría atacar a empresas chinas en el noroeste de África. En Filipinas, donde opera la guerrilla del Frente Moro de Liberación, se ha intensificado la seguridad en torno a la Embajada china ante el temor a un ataque. En Yakarta, poco antes del atentado del viernes contra los hoteles Marriott y Ritz Carlton, un grupo de musulmanes indonesios se manifestó para denunciar el «genocidio» de los uigures, un término que también ha utilizado el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, y que ha provocado un serio conflicto entre Ankara y Pekín. Y es que los uigures hablan una lengua emparentada con el turco y tienen fuertes vínculos culturales con este país, uno de los principales defensores de su causa.
Oriente Medio y África
Ante esta presión de la comunidad islámica, el régimen se ha visto obligado a hacer un llamamiento a la calma y la concordia. «Los países musulmanes no deben entender los disturbios de Urumqi como un conflicto de religiones, ya que la confrontación entre grupos étnicos y religiosos no es buena para la paz y la estabilidad del mundo», recomendó esta semana el portavoz de Exteriores, Qin Gang.
Pero el terrorismo islamista, como cualquier otro, no golpea donde quiere, sino donde puede. Por ese motivo, Pekín ha elevado la alerta para sus nacionales que trabajan en países musulmanes.
En el Magreb, donde se han proferido amenazas de muerte por Internet, la Embajada en Argelia ha advertido de que «debido a los disturbios en Xinjiang, las empresas y el personal chino deben fortalecer sus medidas de seguridad».
Por su cada vez mayor implicación en el mundo como superpotencia, miles de chinos viven en Oriente Medio y África, donde tienen importantes intereses en negocios de petróleo e infraestructuras en países como Arabia Saudí, Irak, Irán, Nigeria y Sudán.
De todas maneras, no es la primera vez que China está en el punto de mira del integrismo islamista. Pekín ya ha combatido al Movimiento Islámico del Turkestán Oriental, conectado a Al-Qaida. El año pasado, durante los Juegos Olímpicos, esta formación que buscaba la independencia de Xinjiang también reivindicó varios atentados.