vuelta de hoja

La madre pródiga

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El Estado sigue repartiendo el dinero que no tiene y nadie se explica de dónde saca, aunque destaque tan poco entre los de la Comunidad Europea. No se lo vamos a poner fácil a los que vengan cuando muchos de nosotros nos hayamos ido para dejarles un hueco en el aire, donde curiosamente cabe todo lo que se ponga. El dinero, que es una potencia del cuerpo, dura hasta que se acaba. Sin duda por eso, el presidente de CEOE advierte de que la rebaja de cotizaciones y el subsidio de 420 euros tendrán un «horizonte temporal», o sea, hasta que el temporal de la crisis amaine. Por su parte, el ex secretario general de CC.OO señor Fidalgo, de quien no se puede dudar ni de su buena fe ni de su buena esperanza, ha acusado a Zapatero de asumir demasiado tarde la crisis y de no calcular su profundidad ni su duración. A todos los Gobiernos se les puede perdonar que sean algo ineptos, pero es imperdonable que no sean adivinos.

Las empresas españolas han dejado de invertir en el exterior. Se conforman con andar por casa en paños menores, pero resulta que el precio de la vivienda libre se ha situado, por muy bien situada que esté, en los niveles más bajos desde 2006. Quiere decirse que quienes adquirieron un piso con hermosas vistas para venderlo cuando le llegara la vejez, se van a ver negros para encontrar un comprador. La falta de liquidez nos ahoga, pero la llamada madre patria sigue repartiendo dinero entre sus hijas autonómicas, que por supuesto se quejan de la parte que les toca, pero no renuncian a ella. ¡Hasta ahí podían llegar! y ya han llegado todas bastante lejos, si bien unas más que otras. El problema es únicamente de dinero, o sea, el más grande que se nos podía presentar después del de salud y del que ocasiona el amor. Pero basta conocer de cerca a algunos políticos para dejar de creer en ellos y en los horóscopos.