Ahora, la mujer
Actualizado:ES cierto, y penoso, que a la mujer le ha costado siglos de guerra para ser considerada como portadora de derechos democráticos y obligaciones civiles en igualdad los hombres. Pero algunas se están pasando. Tenemos el caso de la presidenta de Madrid, Esperanza Aguirre, que por lo que deja traslucir debe de tener un pronto más que complicado y una concepción del trabajo de otros tiempos pretéritos, por no hablar de algunas señoras presidentas de Asociaciones de la Prensa que estiman que el cargo electo que administran es personal e intransferible y la última palabra la tiene ella, todo ello, pese a que en las organizaciones gremiales de la profesión periodística las decisiones se toman por mayoría de los miembros de la junta directiva correspondiente.
La plasmación de esta actitud revisionista, marcadamente interesada, por decirlo de alguna forma suave, de la historia contiene varias evidencias; la primera de ellas es la ausencia de higiene democrática. En este espacio, por ejemplo, llama la atención la actitud de la alcaldesa de Jerez, Pilar Sánchez, una socialista con un peculiar sentido de la gestión pública al gobernar el Ayuntamiento como si fuera un cortijo de su propiedad y al margen de la opinión mayoritaria de sus delegados municipales.
Recuerda el caso, salvando las distancias pertinentes, el personalismo del andalucista Pedro Pacheco como alcalde de Jerez, que también dio mucho que hablar por diversos motivos y escándalos, algunos de ellos de dimensión nacional. Y es lamentable porque no fueron pocas las personas que estimaron 'que con la entrada de la mujer en la vida política, la gestión pública se humanizaría con mayor o menor rapidez. Pero parece que no, y no estamos comentando, precisamente, una anécdota más de la actualidad. Si la nueva mujer profesional, en muchos aspectos de la cotidianidad, viene a ocupar los excesos y los desenfoques interesados del varón, a buenas horas, mangas verdes.