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Un verano entre animales
Genatur organiza una escuela estival en el Zoobotánico en la que alrededor de una treintena de niños disfrutan de las actividades formativas y lúdicas que se ofertan
| JEREZ Actualizado: GuardarFrancisco ya conoce el bullicio animal que le rodea. Tiene nueve veranos y ha invertido tres consecutivos en la Escuela de Verano que se organiza en el Zoo jerezano. Intuye la aventura. Con los ojos bien abiertos se concentra en su labor. Sonríe, charla, corta verduras junto a sus compañeros para dárselas después a los murciélagos. Mantiene el semblante atento; afina los sentidos con el propósito de captar cualquier sonido que vaticine el cambio que espera. Sabe que hoy promete ser un día diferente, al igual que todos vividos últimamente.
La delegada de Medio ambiente, África Becerra, acudió ayer a las instalaciones del Zoobotánico para visitar a los niños de esta Escuela. Francisco forma parte del grupo de mayores, ése que se mueve entre los 8 y 11 años de edad y que congrega a un máximo de quince participantes. Espera a su invitada vestido de cocinero. La delegada se acerca a ellos, lanza preguntas intermitentes sobre sus andanzas entre animales. Los niños la conducen por los entresijos de sus historias. Le explican, le cuentan, le relatan. La hacen partícipe de un mundo que, poco a poco, van sintiendo como propio.
Rocío Castilla también les habla mientras trabaja con ellos. Es una de las monitoras de la Escuela y les guía en el empeño de entablar una simbiosis con la vida natural. Aúna el conocimiento posible con la imaginación latente en cada pequeño, mezcla la formación con el entretenimiento ilimitado que puede ofrecer este enclave si se sabe canalizar. «Se trata de simular la vida diaria de los cuidadores del zoo. -afirma-. De lo veterinario se hace lo posible, es decir, ver la clínica y ver los centros de recuperación. También limpian algunas instalaciones, preparan la comida para los animales, la reparten y entran en algunas de las jaulas. Además, hacen labores de jardinería, limpian lo que ellos ven que hay de suciedad por el parque, se montan en el tren y se dan un baño».
Los niños asienten a su lado, sin descuidar el empeño de la tarea conjunta. Cerca de ellos se encuentra el grupo más joven, el que se mueve entre los 5 y los 8 años. Reciben a la delegada confusos y curiosos. Merodean a su alrededor y comparten vivencias, mientras se muestran sonrientes ante la foto comunitaria. Pero el tiempo apremia y sus labores les reclaman. Se distancian del grupo de compañeros mayores tras las huellas de su monitora y se internan en la jaula de las liebres para limpiarla y darles de comer. Lucas, de 6 años, ajusta su guante y se concentra en la tarea; llegó a la Escuela después de informarse de las actividades del Zoo y de ser animado por su familia a incorporarse a la andanza. Destaca su amor por los animales, y que allí suele «dar de comer a los tigres y limpiar las jaulas». No obstante, reconoce pensativo que no sabe si repetirá el año que viene.
Algunos de sus compañeros responden a esta última disyuntiva con un sí rotundo. Sienten la emoción y el acercamiento al alcance de la piel, sin jaulas que disten barreras entre ellos y el animal. El mundo salvaje consigue secuestrar durante cuatro horas diarias, de lunes a viernes, a la tranquilidad propia de la vida cotidiana.
Desde el punto de vista organizativo y económico, esta Escuela de Verano se hace posible gracias al patrocinio de Genatur, una empresa de educación ambiental. Trabaja para ofertar todas estas posibilidades que llegan a mano de los niños, pero ellos, al tantearlas, admiten tener preferencias. El acercamiento intrínseco que supone la limpieza de las jaulas ocupa el primer lugar, seguido por el baño y el momento de dar de comer a los animales. La delegada de Medio Ambiente, sabedora de la capacidad y calidad del parque, no duda en resaltar que «los padres tienen la oportunidad de dejar a los niños en plena naturaleza en el corazón de la ciudad».
La iniciativa parece estar acorde a las expectativas creadas por aquellos que la disfrutan. Un oasis de aventura que contar a la vuelta de las vacaciones.