Adoquines
Actualizado:Hace unos días me he comprado una moto nueva, ya que el tráfico en esta ciudad es tan caótico que el vehículo de dos ruedas se convierte en el mejor aliado para llegar a cualquier sitio. Esta moto nueva sustituye a mi anterior y fiel compañera, a la que aventaja de largo en potencia, comodidad, frenada, estabilidad e, incluso, sensibilidad. Y utilizo un concepto tan poco motero como el de la sensibilidad porque mi nueva moto me transmite con mayor rigor los defectos del asfalto, algo que en poco más de dos semanas -el tiempo que llevo con ella- me ha permitido comprobar que mi ciudad está hecha un auténtico asquito, especialmente en calles muy transitadas que en su día fueron adoquinadas y que, ahora, demandan a gritos que el Plan E pase sobre ellas.
No hace falta insistir mucho en la idea de que el tráfico en Jerez es menos malo, gracias a los miles de ciudadanos que nos desplazamos sobre dos ruedas. Las motos permiten una mayor fluidez del trafico y ello debería traer una paralela concienciación de las autoridades municipales hacia estos vehículos, en orden a dotarlos de zonas de aparcamientos, carriles propios y mejoras del pavimento, pues cualquier bache, unos adoquines en mal estado, o las líneas de los pasos de peatones -varios centímetros más altas, a fuerza de pintarlas una y otra vez sin borrar las anteriores- pueden llevar a un motorista al suelo, con los perjuicios físicos y materiales que ello provoca.
Sé que esta idea no me es exclusiva pues, casualmente, dentro de la sección La foto del día del pasado jueves se veían unos operarios asfaltando la calle Guarnidos, leyéndose en el comentario que el centro se ha inundado de obras, convirtiéndose en un circuito de obstáculos, y aunque está bien ver mejoras en la urbe -seguía diciendo el pie de foto-, los ciudadanos -entre los que me incluyo- empezamos a dudar de la necesidad de tanta obra. Más a pesar de mis reticencias sobre el número de obras, de las que algunas pueden resultar inútiles, debo reivindicar otras obras en mi cualidad de usuario habitual del vehículo de dos ruedas. Plazas como Esteve, Aladro o el lateral derecho de la Alameda Cristina; calles como José Luís Diez o Corredera, en su tramo final, son auténticamente insufribles para quienes, como yo, se desplazan en ciclomotor o motocicleta.
¡Cómo recuerdo lo emocionada que se mostraba nuestra Alcaldesa cuando le ganó la mano al señor Pacheco! Entonces éste era Concejal de Urbanismo y socio de coalición, y Doña Pilar ordenó el inmediato asfaltado de la Rotonda del Minotauro, en la que tantos empastes se han perdido. Corría entonces el mes de febrero de 2007 y, en un alarde de anticipación, a poco menos de tres meses para las elecciones municipales, se inició la supuesta marea negra que salvo votos, no logró quitar un solo socavón de las calles jerezanas.
Por cierto, hablando de socavones hay otro nuevo en la calle Porvera, a pocos metros de la farmacia, justamente en el carril tan brillantemente destinado al trafico de autobuses, tras décadas de estacionamiento pacifico. Igual va siendo necesario comenzar a plantearse si fue acertado el cambio del tráfico en dicha calle o, mejor aún, ¿por qué nuestros munícipes no se descuentan del sueldo el arreglo reiterativo de tanto socavón en Porvera?