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Encierro de Miura al borde de la tragedia
Cuatro mozos resultaron heridos por asta de toro, dos de ellos, un pamplonés y un riojano, tienen pronóstico grave debido a cornadas en el tórax y el cuello
| PAMPLONA Actualizado: GuardarLas escalofriantes imágenes del sexto encierro de los Sanfermines con cuatro heridos por asta, dos de ellos muy graves de los que uno recibió una espectacular cornada sangrante en el tórax y otro con una cornada en el cuello, hicieron temer una nueva tragedia mortal como la vivida 48 horas antes en Pamplona. Ermitaño, un toro cárdeno claro de 575 kilos de peso, se erigió en el amenazador protagonista de un encierro multitudinario; el momento más dramático se produjo en la entrada al coso, cuando el burel se ensañó en dos tiempos con un mozo que recibió una cornada en el pecho al ser zarandeado contra el muro derecho del callejón de la plaza.
El toro, no satisfecho con una cornada que pudo ser mortífera, se volvió muy pocos segundos después y se ensañó por segunda vez con su víctima que permanecía tendida justo en el límite entre la calle y la entrada al coso; Ermitaño volteó y arrancó literalmente los pantalones al mozo ya muy maltrecho que asistía consciente al suplicio que le infligía el astado. El equipo de emergencias de Cruz Roja trasladó al herido al Hospital de Navarra que ingresó a las ocho y cuarto de la mañana con «constantes que son compatibles con la vida», según responsables médicos del centro. Inmediatamente fue llevado a la mesa de quirófano para su intervención.
La ganadería sevillana de Miura se caracteriza habitualmente por un comportamiento noble de los morlacos, que no suelen hacer por los mozos. Es la razón por la que los miuras suelen correr el encierro del domingo, marcado por una enorme afluencia, con el doble de los corredores que participan de lunes a viernes. Pero los toros, imprevisibles en su comportamiento, rompieron con los hábitos y Ermitaño, haciendo honor a su nombre, hizo el encierro a solas y mostró muy mal carácter contra la multitud que le rodeaba.
Con una enorme expectación por parte del público que abarrotaba cualquier resquicio desde donde divisar el paso de la carrera, a las ocho de la mañana partió el sexto encierro desde los corrales de Santo Domingo. La manada salió compacta y a buena velocidad y así discurrió hasta la calle Mercaderes, cuando comenzó a complicarse el encierro . El momento crítico se produjo en el ángulo de 90 grados entre las calles Mercaderes y Estafeta.
Un mozo resultó prendido por las astas en ese punto y Ermitaño dio con sus pitones contra uno de los postes cuando se estampó contra el vallado y elevó de forma espectacular su testuz. Tres toros se atropellaron y llegaron a formar una masa de lomos, pezuñas, cabezas y astas sobre el adoquinado, aunque enseguida compusieron su estampa. La carrera se reanudó con la manada rota, pero Ermitaño ya quedó descolgado de sus hermanos para el resto del recorrido. El animal se volvió en el inicio de la Estafeta. Más allá de la mitad de la calle embistió a un mozo tendido en el suelo después de salvar un montón de mozos caídos. Los pastores hicieron ímprobos esfuerzos por aislar al burel y provocar su avance hacia el coso, pero la carrera era lenta, con continuas distracciones y amagos de volver sobre sus pasos. Hasta que llegó el momento más dramático cuando empitonó a un mozo y se cebó con él justo en la entrada al callejón. La demora de 'Ermitaño' prolongó el sexto encierro durante cinco minutos, el más largo en estas fiestas. Conforme pasó la mañana los partes médicos de los dos heridos más graves transmitieron tranquilidad en torno a las posibilidades de supervivencia. Las heridas, una vez atendidas en quirófano, no representaban riesgo vital, afirmaron los responsables del Hospital de Navarra. Un hombre de 44 años sufrió la cogida más escalofriante en el callejón de entrada al coso. Este vecino de Pamplona resultó herido por asta en torax, en el lado izquierdo del esternón por debajo de la clavícula.
Sufrió rotura de la segunda costilla, orificio en la pleura, rotura de vasos mamarios y un golpe en el lóbulo superior derecho del pulmón.