El baile y las clases de salsa son uno de los atractivos de estas zonas de marcha en Jerez. / ESTEBAN
Jerez

Sólo le falta el mar

El edificio comercial de establecimientos de copas en la avenida Lola Flores es desde hace tiempo todo un referente en la oferta de ocio nocturna de la ciudad

| JEREZ Actualizado: Guardar
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La avenida Lola Flores a la altura del edificio comercial se convierte en un oasis de ocio cuando llega la noche. Visitamos esta edificación con cierto toque neoclásico y nos introducimos en su galería para dar a conocer la vida nictálope de la ciudad. Es la hora en la que los bordes de las copas se disfrazan de carmín. Así lo describiría un cursi o un poeta de bajo rango. Pero lo cierto es que se trata de una zona donde proliferan los establecimientos de copas junto a la buena música que suena a la hora en la que la estación de coctelería se monta para hacer un Brooklyn o un San Francisco en su punto. Y no sólo una buena copa, sino que también hay lugar para quien decide tomarse un café junto a un buen trozo de tarta, o un helado con gracia. «Así lo ideé desde un principio. Quería montar un negocio muy versátil, y creo que lo he conseguido», apunta Alfredo Carrasco. Ya saben. Alfredo Cafés y Copas. Fue el primero en abrir la senda, el auténtico valiente, muy posiblemente el precursor de que la zona se convirtiera en lugar de copas para una generación de jerezanos.

Cuando finalmente se estrecha la mano de Alfredo, los esquemas se caen por completo. Nos imaginamos un señor curtido en mil batallas, serio y maduro. Pero Alfonso está hecho un chaval. «Me cuido», asevera. El caso es que llegó a la zona de Lola Flores con tan sólo 30 años y mucha experiencia como empresario de la hostelería. Alfredo y su hermano Juan Carlos. Dos jerezanos unidos por el trabajo y la creación de riqueza en la ciudad. Dueños de establecimientos como el actual Gallo Azul o la venta Juan Carlos. «Así fue como llegué aquí hace nueve años. Con cierta experiencia pero con la inseguridad de que era el primero en abrir camino. Tampoco me planteaba hacer un lugar de copas, sino un establecimiento donde el cliente pudiera venir después de una buena comida a rematar con un café, un helado o simplemente un gin tonic bien servido», asevera.

Alfredo Café Copas es un clásico de la ciudad. Un pionero que ha sabido conservar uno de sus más preciados tesoros. «Gran parte de mi personal sigue conmigo todavía después de nueva años. Es importante trabajar con buenos profesionales», concluye.

En el piso de arriba se escuchan ritmos de salsa, pero no es el local de Alfredo. Decididos a echar un vistazo, entramos en el Divain, un nuevo local que se encuentra muy animado. «Llevamos tres semanas abiertos», sentencia Desconsuelo Ramírez. Arriba hay clase de baile latino. Comanda el cotarro Diego Naranjo. «Una reunión de amigos a los que les gusta bailar», asevera.

Algunos son más veteranos, otros acaban de comenzar y llevan la cuenta: dos pasos adelante y uno para el lado; uno en diagonal y media vuelta. Y a que seguir el ritmo. «Pretendemos ser un local con buen ambiente. Y que sea un lugar para la primera copa. Con eso nos conformamos. Ya sé que hemos sido un poco valientes, montar este negocio en estos tiempos. y en pleno verano, cuando la gente prefiere tirar para la costa. Pero estamos seguros de que todo va a ir bien. Esta es una buena zona», asevera Desconsuelo.

No hay playa

Es cierto. A la zona de Lola Flores, cuando se llega al edificio comercial, sólo le falta el mar. Hay un paseo bastante ancho para pasear, una zona verde magnífica, una galería muy animada y una temperatura estupenda cuando llega la noche. Sólo falta el mar para convertirlo en un paseo marítimo. «Ni lo mientes... si aquí estuviera la playa nos forraríamos», bromea Desconsuelo, que no para de poner copas al personal bailón que se lo pasa en grande.

Debería de estar anunciado en algún lado, como los perros peligrosos cuando se entra en una propiedad privada. «¡Cuidado con el elefante!». Suena a chiste, pero lo cierto es que cuando se entra en el British Indian Café, el aviso no es una broma. Ahí lo tienen ustedes. Un elefante con todas las letras. Sus orejas son demasiadas grandes para ser un elefante asiático, pero sorprende al cliente cuando entra por primera vez. Estamos en el local mejor engalanado de cuantos hay en la avenida Lola Flores. Decoración colonial inglesa. Sin duda, los gintonics deben de tener un sabor especial, pues se sabe que esta bebida nació como una medida profiláctica para combatir la malaria entre la milicia británica. Generales y cuerpo de oficiales retratados en las paredes del local. Uniformes con casacas rojas y chatarra suficiente, en forma de medallas colgadas al pecho, que harían que un imán se sintiera el centro de la reunión. Arriba, hay una sala de baile con un escenario que forma parte de la zona de baile del recinto. El té es una de las especialidades de la casa y la terraza que a las afueras para las noches de verano. Un sitio con encanto donde la presencia del elefante desbanca al mito de la cacharrería, pues está más quieto que los semblantes duros de los generales británicos.

Así es como llegamos a La Thípica. Otro de los clásicos de la zona. Otro de los pioneros, de los que pusieron en valor a la zona. Allí se encuentra Valentín Bellido que es el encargado del local. «Llegamos con una pequeña barra y mira por dónde vamos ya», asegura. La Thípica nace en el año 2000, en plena preparación de los Juegos Ecuestres. De ahí vino el nombre. Típica por ser un lugar que no quería perder los orígenes jerezanos e hípica por el acontecimiento que se avecinaba. «Siempre hemos sido un referente en la noche de Jerez», asegura Valentín. Nueve años y una generación entera a través de ese mostrador. El karaoke está que echa humo. Una chica ha cogido el micro y comienza con una interpretación de Me cuesta tanto olvidarte, de Mecano, que nos pone en alerta. Todo el mundo cree que Ana Torroja ha llegado a La Thípica. Aquí sólo falta que suene el We are the world del genial Michael Jackson. Dejamos al karaoke con la sospecha de que sonará de un momento a otro en recuerdo al mito. Y así fue como decreció la noche y avanzó el fresco de la madrugada, en la plácida avenida donde tan sólo falta el rumor deforme de las olas del mar.